Agua en Hidalgo

SINGLADURA

Algo huele mal en la Comisión de Agua y Alcantarillado de Sistemas Intermunicipales (CAASIM), el organismo dependiente de la Secretaría de Obras Públicas y Ordenamiento Territorial encargado de prestar el servicio de agua en la capital hidalguense y otros municipios de ese estado del centro del país.

El Caasim, reza el propio organismo, está conformada por distintas áreas que en conjunto trabajan día a día en ofrecerle un servicio de agua de calidad.

Añade que tiene como objetivo “eficientar nuestras acciones a través del trabajo en equipo”.

Sin embargo, algo debe andar mal en este organismo hidalguense, que según numerosos vecinos en Pachuca está cobrando el agua a precios siderales. Más aún, cobra tarifas exorbitantes a propietarios de viviendas que fueron deshabitadas hace meses e incluso años. De ese tamaño es el mal olor en el Caasim hidalguense.

Vecinos inconformes por las tarifas en los últimos meses, que rompen con mucho los parámetros de consumo histórico, han reclamado en forma directa al Caasim sin resultados hasta ahora. Es probable que el director del organismo, José Jesús Sanjuanero Rodríguez, esté demasiado ocupado en “eficientar” las acciones a través del trabajo en equipo como para descender hasta el piso del usuario común y corriente, inconforme con las tarifas del líquido que irritan y aún hacen montar en cólera a muchos vecinos de la llamada “bella airosa”.

Se sabe por ejemplo de familias que se han visto obligadas a saldar recibos de consumo superiores a los 60 mil pesos. La “oferta” de autoridades del Cassim ha sido una reducción del 20 por ciento de esas tarifas inconcebibles y que sobre todo rompen con un historial de consumo muy por debajo del que en algún momento les asesta sin más el organismo que encabeza Sanjuanero Rodríguez.

En otros casos, y según las lecturas sospechosamente amañadas de los medidores emplazados por Cassim, las tarifas pasan de promedios históricos absolutamente comprobables de 11 a 36 metros cúbicos, sin que haya motivo alguno para sustentar tal “disparo” de consumo.

Otros casos incluyen tarifas superiores a los tres mil pesos de agua por mes que se pretenden cobrar a propietarios de inmuebles vacíos o no habitados por meses. ¿Cómo se explica el consumo de agua en viviendas deshabitadas? Sólo acierto a pensar en la probable existencia de gnomos demasiado sedientos o muy exigentes en eso de la limpieza y el uso del baño. De otra forma no se explica el consumo y muchos menos uno tan alto del líquido.

Tampoco son pocos los casos en que se ha hecho al usuario aceptar la faramalla de una revisión del medidor de consumo, claro con cargo al usuario, para presuntamente verificar alguna falla potencial del equipo de medición.

Los casos que conozco, relatados a este espacio, resultan siempre infructuosos. “Es su consumo”, terminan por “argumentar” los empleados de Caasim.

Ah, y si el usuario se atreve a reclamar o poner en duda “la palabra” del Caasim, de inmediato se aplica la suspensión del servicio de agua. Así, sin más trámite.

Algunas versiones empiezan a circular entre los usuarios afectados por los cobros desmedidos del líquido. Algunos señalan que las lecturas de los medidores de agua domiciliarios, particularmente en algunos fraccionamientos habitacionales semiresidenciales, se hacen hacia arriba como una forma disimulada o encubierta de engordar las arcas del Caasim con propósitos no del todo claros hasta ahora, pero que podrían ir desde la “vaquita” electoral hasta algún interés pecuniario que derivaría en un jugoso reparto posterior.

Ojalá se preste atención al tema. Es de importancia crítica.

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