El robo de combustibles en el país, a cargo de los llamados “huachicoleros”, registra vieja data, pero como la mayoría de los problemas nacionales éste también irrumpe de pronto y se coloca en la bitácora nacional por algún episodio o hecho que lo ubica en el ámbito de la
crisis.
Nada nuevo pues. Desde muchos años se sabe que en México hay robo creciente de combustibles y de prácticamente todo lo robable. Pero tiene que ocurrir un detonante, un chispazo para que las autoridades o quienes se ostentan como tales, volteen el ojo al punto y entonces sí, al menos por un tiempo, le presten atención, aunque con pocas o ninguna gana de resolverlo.
Un informe del diario El País de junio de 2016, aludió al fenómeno como un negocio para el crimen organizado y un lastre para Petróleos Mexicanos (Pemex).
Según ese informe, cada hora Pemex pierde (perdía porque ahora es más)casi dos millones de pesos, unos 111.000 dólares por esta práctica delictiva.
Recuerda que en 2006, antes de la malhadada guerra de Felipe Calderón contra la delincuencia organizada, fueron detectadas 206 tomas clandestinas de combustibles. Nada, si esta cifra se compra con las 5.252 de 2015, documentadas por el propio Pemex con base en una solicitud de información.
Así que no, nada nuevo bajo el sol, y lo peor es que lo saben las autoridades desde hace años.
¿Por qué hizo crisis este delito? Por el enfrentamiento armado del tres de mayo último en Puebla y el llamado de atención del general secretario de la Defensa, según el cual “si hubo omisiones de algunas autoridades en los estados”. ¿Así o más claro?
El titular de Hacienda, José Antonio Meade, se hizo eco de la dura precisión del general-secretario. “Tenemos que reconocer fallas en diferentes áreas de gobierno”, dijo Meade sobre la responsabilidad de los gobiernos en el fenómeno como digo de vieja data. Sí, en efecto, demasiadas fallas, pero Meade se queda corto. Le faltó decir que esas “fallas” no derivan de indolencia o incapacidad, sino de la evidente y rampante corrupción asociada, interesada y muy jugosa.
Pero ¿imagine qué pasará ahora? Figúrese.
El vicecoordinador de la bancada PT-Morena en el Senado, Miguel Barbosa, propuso crear una comisión especial de legisladores federales para investigar la corrupción que está detrás de la ordeña ilegal de combustible en el país.
Vaya salida de Barbosa. Seguramente seguirá la alharaca ¿y luego? Todo volverá a la desgraciada normalidad, no pasará nada porque así suceden las cosas en este país. Un poco de agua brava para que se crea que las cosas se toman en serio. Sólo ruido y nada más. Ya veremos. ¿O cree usted que la ordeña acabará? ¿O cree usted que los padres intelectuales de semejante criatura irán a la cárcel? ¿O, peor aún, cree usted que nadie sabía en este país desde hace mucho tiempo del robo de combustible? ¡Ajá! Es que apenas se dieron cuenta y van en serio a combatirlo, a ponerle fin a este crimen.
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