Cuando veamos los periódicos el lunes próximo, los mexiquenses y todos los mexicanos sabremos casi seguramente quién será el próximo gobernador (a) del Estado de México, la entidad del país que concentra el número más alto de electores y cuna del presidente
Enrique Peña Nieto.
La elección, sobra decirlo pero hay que decirlo, será prácticamente un plebiscito sobre el gobierno del presidente Peña Nieto, quien también se juega buena parte del capital político que le resta para gobernar el país los próximos 18 meses.
Serán los meses más difíciles del gobierno de Peña Nieto y si su partido, el PRI, pierde “la joya de la corona” como se ha dado en llamar a la entidad mexiquense, los meses que siguen serán aún más complejos para el hoy inquilino de Los Pinos, quien podría ver incluso mucho más acotados los márgenes de operación política y aún la decisión quizá más importante de su sexenio: quién será su sucesor.
Los comicios del domingo próximo sellarán la suerte del gobierno del presidente Peña Nieto y no es exagerado decirlo. Un triunfo del candidato de su partido, Alfredo Del Mazo Maza, le dará al presidente el oxígeno que necesita para culminar de mejor manera su gestión. Si el triunfo se lo arrebata “la maestrita” Delfina, el sexenio tendrá que recorrer un último tramo mucho más abrupto.
Los signos a la vista hacen pensar que aún como está el país y el partido en la presidencia, hay margen para que Del Mazo Maza se convierta en el sucesor de Eruviel Avila, quien se anticipó el mando del propio ex alcalde de Huixquilucan conforme una decisión pragmática del propio peña Nieto, quien tuvo que aplazar la candidatura de su primo, so riesgo de –también curiosamente – perder el gobierno mexiquense .
Será una elección reñida, sin duda, que podría incluso resolverse en tribunales. Las encuestas siguen dando un empate técnico entre Del mazo y Delfina, cuya candidatura reta como nunca la hegemonía priísta en el Estado de México.
Pero hay al menos tres elementos clave para anticipar el triunfo, aun sea apretado, de Del mazo. El Estado de México es la antesala de la disputa presidencial, es la cuna del presidente Peña Nieto y es un bastión del priismo más tradicional y compacto.
Delfina, claro, podría dar la campanada, pero para ello tendría que imponerse por un margen amplio, inobjetable, y tan contundente que fuera imposible que su principal adversario pudiera levantarse de la lona. Es poco probable esto.
Hay quienes anticipan el triunfo de Delfina con base en el hartazgo del PRI en esa entidad. De cualquier forma, podremos verlo.
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