La tarea

SINGLADURA

Sin duda la presidenta del PRD, Alejandra Barrales, está haciendo muy bien la tarea que le dejó su jefe político, Miguel Ángel Mancera, de cara a las elecciones del 2018, que se aproximan cada vez más rápido a juzgar por los acuerdos partidistas y la prisa que domina el ambiente político nacional, donde incluso el PRI, un caballo que se mueve bajo sus propios tiempos, circunstancias y sobre todo al ritmo que le indique el presidente Enrique Peña Nieto, prevé que hacia el mes de agosto próximo se revele el nombre de la figura partidista más importante para los siguientes seis años a partir del 2018.

Se sabe que en agosto, escasos dos meses, y una vez pasada la aduana electoral mexiquense, el tricolor saque de la chistera al nuevo hueytlatoani sexenal. Lo veremos.

Pero a quien ya se le cuecen las habas es a la señora Barrales, -si, la del departamento de lujo en Miami- que ciertamente se hizo de una bocanada de oxígeno en las recientes elecciones mexiquenses del cuatro de junio gracias a su pupilo y/o correligionario, Juan Zepeda, quien dejó ver artes y habilidades para rejoneador.

Ni siquiera un mes pasó de las elecciones en el Estado de México, Barrales  se encamina al buen cumplimiento de la tarea de resucitar el esperpéntico partido que encabeza mediante una carambola de varias bandas, que incluye al menos dos favores, supongo que convenidos

no sólo con jugosos pagos, sino con pingües intereses. Es decir, Barrales no sólo cobijará una eventual, remota y aún “perdedora” postulación de su jefe, el señor Mancera, sino que además propinará, conforme al plan político que impulsan, un  duro jab al llamado Pegelagarto y ya nomás de pasadita, apuntalará al partido en el gobierno. No es poco para un PRD tan venido al piso.

Barrales sabe que su partido, ahora si el “perderé”, está más que descalificado para aspirar a cumplir un papel serio en la próxima contienda presidencial. En consecuencia, asume el papel de ariete ganador.

En esta maniobra política, que se pretende vender como el mayor aporte de la izquierda a la causa democrática nacional, también sale ganancioso el PAN. No en vano se manifestaron entusiasmados con el dizque denominado Frente Amplio Democrático (FAD), unas siglas que me suenan a auto chino, los dos aspirantes presidenciales panistas, la señora Margarita y el señor Rafael Moreno.

De antemano, estos tres políticos –Barrales, Zavala y Moreno- saben que el pleito electoral del año próximo se dirimirá nada menos que entre el bien robustecido PRI y el aspirante a relevarlo, el Morena  de López Obrador, quien se perfila como el enemigo a vencer del statu quo.

¿Qué sabrán los adversarios de López Obrador que prefieren una alianza amplia, sólida y lo mejor pertrechada posible como para acometer con éxito en contra del trabuco?

"Para el 2018 se espera una elección inédita y altamente competida. En ella se perfilan tres grandes tendencias electorales. Una que impulsa el extremismo y la polarización social y política del País. Otra, la del PRI que representa la continuidad, el status quo y defienden el modelo de desarrollo neoliberal y sus reformas estructurales", indica el documento mediante el cual se aprobó la creación del llamado FAD.

Narrales ni la burla perdona cuando señala: "Estos son momentos de definiciones políticas, no de alianzas electorales, primero el proyecto". ¿El suyo? ¿O el de su camarilla? Ah, los políticos. Éstos, claro.

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