Apremios

SINGLADURA

Las cosas políticas comienzan a moverse de prisa. Pronto se irán más rápido, más de lo que imaginamos. De hecho, el PRI está ya en el proceso sucesorio de cara a las elecciones de julio del 18. Los priístas, como ninguno de sus adversarios, han empezado a mover sus piezas en prácticamente todo el país con un propósito clave: repetir en la presidencia del país el año próximo.

Saben los priístas que las cosas no serán fáciles para cumplir su objetivo, pero dominan, si no todas, prácticamente todas las artes políticas con la finalidad de permanecer en Los Pinos. Más allá y por encima incluso de los resultados de la gestión del presidente Enrique Peña Nieto, aspiran a un cierre fuerte de la gestión peñista, que tiene en su haber en este momento las reformas estructurales, el crecimiento económico aún éste resulte insuficiente, los empleos generados –unos tres millones- así sea en una cifra menor al tamaño de la necesidad o demanda y el control del aparato del Estado.

Muchos, si no es que todos los delegados federales en los 32 estados del país, ya comenzaron a recibir instrucciones para apuntalar el saldo de la gestión de Peña Nieto, él mismo a destacar las cosas que cuentan y que quiere que sigan contando, conforme el mensaje machacón y persistente en los medios masivos de comunicación.

Están empeñados los priístas con Peña Nieto para que los medios de difusión también se alineen con el mensaje presidencial y de todo el aparato gubernamental. El control del aparato del Estado facilitará la tarea de los priistas, que no tan sencillo se dejarán quitar el poder.

Está en curso el forcejeo entre Washington y México por su alianza comercial. Sabemos que Donald Trump es burdo, tosco, un rudo en pocas palabras. Peña Nieto pudiera ser su antítesis. Bien guarecido espera el momento, la menor oportunidad para soltar el aguijón en alguno de los puntos débiles de su contraparte. Veremos.

La expectativa crece en el país por saber quién abanderará al PRI. Es altamente probable, hasta el momento, que José Antonio Meade, el hombre que recala lo mismo en aguas tricolores que en las albiazules, sea el elegido para despecho de Miguel Angel Osorio, quien desde sus tiempos de gobernador en Hidalgo y aún antes, ya surcaba la ruta hasta Los Pinos. Difícil, improbable que resulte Osorio, aun cuando diversas encuestas, lo perfilen como el eventual sucesor.  Otra vez podría ser. Ahora se le acumulan los flancos débiles.

¿Podrá el PRI retener el mando nacional? Claro que sí, aunque usted lo dude. Están allí porque saben cómo aun cuando se les acuse de mucho. Amanecerá y veremos.

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