Andan partidos como el PRD de Alejandra Barrales y el PAN, sacudido por las disputas entre calderonistas-zavalistas y anayistas, tan desolados e íngrimos, aun cuando lo nieguen con absoluta tozudez, que están ya en camino hacia la mutua compañía, el alegre compadrazgo y/o el vergonzoso contubernio. De Movimiento Ciudadano pues se entiende. La historia de su fundación como tal es muy breve, mucho más que en los casos de los dos primeros partidos políticos.
El PRD y el PAN se están aliando porque saben, están claros, que no llegarán a la meta de la carrera presidencial del 2018. Uno porque está virtualmente en proceso de extinción, aun y cuando Barrales, aún se aferre al emblema, a un logo o una marca. Dudo que la señora Barrales pueda obtener algún beneficio de la venta de la marca o cabezal del PRD. Las tribus que prácticamente echaron a los fundadores del PRD, entre ellos Cuauhtémoc Cárdenas y el propio Porfirio Muñoz ledo, entre muchos otros como Ifigenia Martínez, engulleron al PRD y prácticamente sólo han dejado restos de él. Esos restos son los que “encabeza” Barrales.
Barrales, ella misma una promesa, cayó en las fauces de la sospecha. ¿El motivo? El famoso y suntuoso departamento que posee en una de las zonas más costosas de Miami. Y olvídese del apartamento como tal, eso es lo de menos, lo grave desde mi punto de vista es el trasunto del departamento. ¿Qué significa que una política dizque de izquierda tenga como aspiración la posesión de un bien inmueble nada menos que en Miami? Pues que su filiación le viene floja frente a su ideal de vida, que su compromiso y causa política valen menos que un cacahuate frente a su ambición y estilo de vida. Que ya se transmutó en cualquier cosa antes que en una militante y dirigente consecuente de la izquierda mexicana. ¿o no?
Barrales sabe que los huesos del PRD pueden ayudar aún a catapultar una ambición más antes de que queden reducidos a la nada. Y en esas anda, muy solícita como en sus tiempos juveniles de sobrecargo, ofreciendo sus alianzas. Después de mi, el naufragio, debe ser su apuesta. Váyanse quienes me estorben y vengan los que sean útiles en esa nueva empresa política.
En los predios panistas, igual o peor andan las cosas. Anayistas y calderonistas-zavalistas están trenzados en una pugna a fondo. Nadie quiere ceder. ¿Por qué? Lo que está en juego es nada menos que el poder y sus prerrogativas, que son muchas. Lo saben Calderón, Margarita y el joven Anaya, con sus respectivas huestes. Asté a un lado porque yo voy allí. ¿Y Moreno-Valle? Otea, acecha.
¿Y el país? Poco o nada importa para los políticos de esta hora. Ellos van por lo suyo, conforme el momento nacional y si ahorita poco valen, pues ese es su precio en el mercado. Como en los mercados accionarios, hay días para comprar y días para vender.