Margarita

SINGLADURA

¿Hará falta decir algo más sobre la renuncia y renuencia de Margarita Zavala al PAN? Por el tamaño de la ambición y el derrumbe de la devoción, claro que hace falta ahondar todavía mucho más sobre esta decisión que deja en claro y sin ambages que cuando se trata de la búsqueda del poder no hay ningún decoro ni límite personal, no al menos entre buena parte de la clase política nacional.

Más de tres décadas de dizque un compromiso ideológico y militante se fueron al caño en pocas semanas. Dicho de otra forma, la señora de Calderón, tan propia y comedida según ella, se derrumbó ante una segunda tentación de Los Pinos.

Adiós al PAN, dijo Margarita, quien casi emula a su manera a la esposa, creo que aún funge como tal, del ex presidente Vicente Fox. Si, claro. Martha Sahagún, la otra panista que coqueteó casi durante todo un sexenio con la quimera de competir por la presidencia. El punto es que esa quimera mantuvo en vilo por largos meses a buena parte del país.

Margarita, con otra formas menos burdas si se quiere, se asemeja a la Sahagún, aunque va más lejos y directo a darle cauce a su ambición de convertirse según ella en presidenta de México. Y supongo que ha de imaginar o calcular que el camino podría llevarla allá, a Los Pinos, casi de la misma forma y “haiga sido como haiga sido” que a su consorte, el impresentable Felipe Calderón.

Imagino que Margarita piensa, se ilusiona toda ella, con andar los pasos de su esposo, que como haya sido alcanzó la primera magistratura del país, y así nos fue.

Oye, supongo que argumenta en sus ratos de duda, si Felipe llegó, ¿por qué no habría de lograrlo yo? Después de todo y aún de Felipe, Margarita –supongo que piensa- está mejor calificada para apostarse en Los Pinos gracias en parte a que acumula ya la experiencia de un sexenio, así éste resultara fallido. Pero de eso se trata, pues. Si echando a perder se aprende, conforme dice la conseja, pues Margarita va de gane y como en caballo de hacienda.

Pero ¿cree usted, afable lector (a), que la señora Margarita aprendió? Lo dudo. Nunca echará por la borda el sexenio de Calderón. Fiel a sus principios doctrinarios, católicos y aún maritales, defendería el legado calderonista, del cual -¿cómo negarlo?- ella misma formó parte principalísima, una protagonista de primera línea.

Calderón, al igual que Fox, le dieron al país 12 años de frustración porque ascendieron al poder con la encomienda clara –más el segundo que el primero- de generar un cambio en todos los órdenes, al menos de iniciarlo. Pero no lo hicieron. Se sumaron al “establishment” y olvidaron el compromiso y el papel que debieron haber jugado.

De manera curiosa, para apuntarlo así, las esposas de ambos, una casi desesperada y la segunda con menos prisa, se han perfilado para alcanzar Los Pinos. Ya una se resignó. Margarita cree, se imagina, se ilusiona, pero ¿con qué? ¿A poco si se la cree? Le haría bien sentarse a conversar un rato al menos con Josefina Vázquez Mota, su ahora ex correligionaria.

Y conste. Aquí no hay misoginia alguna. Admito que las neuronas no tienen sexo.

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