Aristóteles Sandoval, quien despacha como gobernador en Jalisco, acusa de manera directa al Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) de querer desestabilizar al gobierno y al Estado. Esto a propósito del tiroteo el lunes último en uno de los sectores más lujosos de
Guadalajara donde el hoy titular estatal del Trabajo, Luis Carlos Nájera, se encontraba.
Iban por él (Nájera), ni duda cabe. El choque armado dejó siete lesionados, entre ellos un bebé que ya murió, y seis detenidos. Decenas de casquillos percutidos fueron hallados en el sitio. El incendio de vehículos marcó la escena del crimen. Nájera, un polémico ex fiscal del estado, sobrevivió para contar el incidente.
Fue un día “muy difícil”, resumió el gobernador Sandoval, un funcionario polémico como no resulta demasiado extraño en el país completo.
Llama la atención el grado de violencia criminal que registra Jalisco, el estado donde hace escaso un mes fueron torturados, ejecutados y disueltos en ácido tres jóvenes estudiantes de cine, en un hecho que de tan macabro parece fuera de realidad.
Los hechos del lunes último, donde Nájera resultó herido en una mano, vuelven a poner de relieve el grado de criminalidad que sacude buena parte del país, aun cuando miles de militares estén encargados de resguardar la seguridad nacional ante el pavoroso fracaso policial. Y sin embargo, persiste la ola criminal en escalas que apuntan mucho más que un forcejeo sangriento entre “los buenos” y los malos. Cosa de ver las estructuras gubernamentales, que acusan un desgaste preocupante y un grado de infiltración delictiva bastante peor.
Dice el gobernador Sandoval que el ataque contra Nájera es un claro intento por desestabilizar al gobierno y al Estado. Puede ser, puede admitirse. Pero también hay que admitir que la desestabilización puede provenir del ámbito gubernamental interno, ya por acción o por omisión y aún por complicidades inconfesables, que es esperable no sea el caso.
Nájera, hoy titular del Trabajo en Jalisco, hizo carrera predominantemente en las filas policiales y judiciales de ese estado.
Fue titular de la Policía en Guadalajara y aún de la secretaría de seguridad estatal antes de convertirse en fiscal del estado. Por ello sorprendió que en 2015 fuera llamado para asumir la titularidad de una cartera laboral, un cargo al que llegó según el gobernador Sandoval por su “buena relación” con el sector privado del estado. Curioso, al menos.
No hay mucho más, no al menos por ahora. Esperemos. Seguro habrá más.
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