A propósito del anuncio de cierre hecho la víspera por la dirección de El Correo de Andalucía, uno de los diarios de referencia del sur de España y el segundo
periódico más antiguo de España -creado en 1899-, una medida que implicará el despido masivo de toda su plantilla y la permanencia excepcional de una sola persona, de perfil técnico, que se encargará de mantener en línea a su página web, debemos reflexionar sobre el futuro de los medios impresos y aún de los periodistas, más aún en tiempos de austeridad en México como la comprometida por el inminente gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
La empresa editora en España explicó que el despido fulminante de todos los periodistas y personal de otras áreas, como administración, publicidad y limpieza, se debe a “las elevadas y persistentes pérdidas” que acumula la empresa desde que irrumpió la crisis del sector de los diarios impresos.
Es un hecho que a la fecha los públicos en general se enfrentan al fenómeno del asedio noticioso, informativo y publicitario, en una espiral prácticamente interminable, y que plantea a su vez dudas sobre la pertinencia del medio impreso, más todavía cuando el ambiente social está marcado predominantemente por el “homo videns”, que describió el cientista político, Giovanni Sartori.
Ante los nuevos medios, predominantemente digitales, los de naturaleza impresa experimentan un nuevo y radical reajuste. La mayoría de los medios informativos o noticiosos, si no es que todos, tiende a construir plataformas multimedia y/o a perfilar un futuro en Internet. Apuestan de esta manera a incorporarse al ámbito virtual con el propósito de ponerse a salvo del riesgo de extinción, un peligro de hecho ya advertido por numerosos estudiosos, pero también con el objetivo de atender las nuevas tendencias tecnológicas, los pujantes mercados de lectores, las exigencias económicas y aún ambientales en la era digital.
Juan de Pablos Pons ha advertido que la prensa impresa está perdiendo cada vez mayor terreno debido a circunstancias económicas asociadas a la merma de publicidad, el elevado coste de los insumos para hacer el periódico en papel y el abandono de los nuevos lectores, más proclives a ver lo que sea, pero a través de una pantalla.
Los directores de diarios españoles consideran que el soporte más habitual para leer noticias dentro de diez años será la pantalla del ordenador, seguida de los dispositivos móviles y las agendas electrónicas de bolsillo (PDA), mientras el papel se situará en un tercer sitio.
El experto en medios e investigador español, José Luis Martínez Albertos, prevé por ejemplo que para 2020 habrán desaparecido todos los diarios en papel, una previsión que de concretarse anticipa efectos de proporciones contundentes y aún definitivas para las revistas y todas las publicaciones en papel.
En México, el investigador Raúl Trejo Delarbre ha dicho que está convencido según sus estudios y observaciones de que en poco tiempo más las publicaciones impresas en papel serán casi un lujo.
Considera altamente predecible una sustitución cada vez más intensa del papel y si bien los impresos no desaparecerán, es cierto igualmente que la letra impresa será un artículo de lujo en revistas, libros y periódicos.
Es previsible entonces impresos, pero mucho más costosos y con circulación más restringida.
En ese contexto, habría que inscribir la anunciada política de austeridad en materia de comunicación social en México que se dispone a instrumentar el gobierno de López Obrador. Conocemos los elementos clave de esa política. Esperemos, como en otros temas, una aplicación correcta, bien pensada y mejor instrumentada. Me niego a creer lo que en algunos círculos cercanos al poder constituido se ha comenzado anunciar: los peores tiempos para los periodistas y su quehacer.
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