Furia

Singladura
Un fantasma, dolorosa y penosamente real, recorre el país y sin embargo, más alarmante aún, es que lo incorporamos casi de manera normal a la realidad
cotidiana de nuestras vidas que se perfilan cada vez más rudas. ¿Qué no?
En cosa de días vimos hechos callejeros tan violentos como la salvaje golpiza a cargo de trogloditas en la explanada de Rectoría de nuestra Máxima Casa de Estudios con un saldo que da escalofrío y donde llevó la peor parte el joven Joel Sebastián Meza García, uno de los estudiantes golpeados por porros.
Meza García, estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras, parece salvó el riesgo de perder un riñón como consecuencia de la golpiza de porros el lunes tres de septiembre último.
Esta misma semana, una horda de fanáticos también apuñaló al joven Rodolfo Palomo, un aficionado del equipo Tigres que fue brutalmente agredido por seguidores del Monterrey.
Palomo salió de cirugía la noche del domingo, pero sigue en cuidados intensivos en el Hospital Universitario, y su estado de salud se considera grave.
Informes médicos creen que las próximas horas serán vitales para este aficionado que se debate entre la vida y la muerte debido a la gravedad de las heridas que le propinaron en el cráneo, así como en el costado derecho del tórax con un objeto punzocortante y rocas.
La golpiza y los autores de ésta fueron brutales, pero insuficientes para sensibilizar aun de manera mínima a los dueños de los clubes involucrados, así ellos presentaron los hechos como totalmente ajenos. Las directivas de ambos equipos dan vergüenza, tanta o más que los criminales pendencieros que casi dejaron muerto a Palomo.
Se añade otro incidente violento, de muchos más que sería prolijo ennumerar aquí, éste ocurrido en el Estado de México, donde una pareja siniestra, ella armada con un bate y él de estulticia cerebral, se avalanzó sobre un humilde vendedor callejero, quien estuvo a punto de morir asfixiado.
El par diabólico fue identificado como Ricardo Barradas y Adriana Pks, quienes mediante “un billete” alcanzaron su libertad para seguramente seguir comportándose como lo hicieron porque ya se sabe que perro que come… aunque le quemen el…
Así las cosas en este país, donde el clima social se torna cada vez más crispado como consecuencia –supongo- en buena parte de una clase política mediocre y abusiva en general, tan despiadada e indiferente como los vándalos callejeros y aún los miembros del crimen organizado operante en prácticamente toda la geografía mexicana. México vive hace años una guerra civil de baja intensidad, que incluye no sólo un pésimo humor social, sino acciones tan graves como los linchamientos e intentos de justicia por propia mano.
Ojalá cobremos conciencia de estos riesgos constantes que se traducen rápidamente en episodios grotescos y trágicos con costos inconmensurables para el país en todos los órdenes y que probablemente constituyen el telón de fondo del comentario del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, sobre la virtual bancarrota nacional.
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