Será el sereno, pero que el diputado morenista Manuel Huerta Martínez use su escaño para dormir, como lo ha hecho dos veces en menos de dos meses,
desentona con el espíritu refundacional del país que propugna el movimiento o partido que lo llevó al legislativo.
Simple y sencillamente no se vale que Huerta Martínez se desentienda de las tareas propias de su cargo para dejarse arrullar en los brazos de Morfeo. Supongo que antes de intentar siquiera justificar su sueño, como ha hecho en las dos ocasiones en que lo pillan durmiendo en San Lázaro, debió haber ofrecido una disculpa pública como un primer paso para impedir que repita su conducta que parece reiterativa, o al menos lo será pues seguramente él cree que está en lo correcto.
Argumentó el señor legislador que es un ser humano, ni quien lo dude, aunque a decir verdad el sueño que se carga hace recordar a los famosos y populares lirones o, más aún, a los también simpáticos perezosos. Pero nada simpático resulta entre el pueblo mexicano o los electores ver que su representante gasta el tiempo de trabajo en dormir. Menos aún si como es el caso, el diputado Huerta Martínez recibe un jugoso emolumento con cargo a las deprimidas faltriqueras de la mayor parte del pueblo de este país. No se vale, pues.
Si Huerta Martínez tiene sueño como consecuencias de sus extenuantes o fatigantes labores cotidianas, pues que tome un permiso sin goce de sueldo como hacemos la mayoría de los ciudadanos mortales de este país cuando nos extenuamos de nuestros empeños cotidianos. Sería y es lo correcto. Le aseguro que si vamos a nuestras oficinas, empleos o actividades laborales y profesionales para dormir, y alguien nos sorprende, tendríamos que pedir una disculpa, seríamos amonestados o quizá se nos descuente el emolumento correspondiente según el caso.
Antes que admitir su falta, Huerta Martínez argumenta que su somnolencia deriva de una “cuestión fisiológica”. Pues que se atienda con algún médico antes de que empeore. Como secretario de la Comisión de Salud en diputados, pues más obligado estaría a atenderse. Pero que ya no se duerma cuando trabaja o se cree que está haciéndolo. Es por lo demás una falta de respeto así mismo, sus colegas y el recinto federal donde se alberga para dormir.
Es probable, casi seguro, que Huerta Martínez piense que ir al trabajo para dormir resulte una minucia, pero somos muchos los que pensamos lo contrario. Nadie puede ni debe ir a dormir a su trabajo y menos personas como él que por voluntad propia han asumido responsabilidades mayores. Ojalá no tenga que volver a evocar a los perezosos o lirones que pasan largos periodos de hibernación, pero sin mayores consecuencias de ningún tipo para nadie. En todo caso si tiene sueño que duerma, pero no en el Congreso.
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