A propósito del dictamen de culpabilidad de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera
en una corte neoyorquina, conviene hacer algunas anotaciones.
La primera, claro, es que todo anuncia que de esta condena, muy probablemente una cadena perpetua, no se salvará ni podrá escapar “El Chapo”, el mago de las fugas y considerado conforme a todas las evidencias uno de los criminales más temibles de la historia contemporánea del país.
Aunque “El Chapo” era requerido por cargos criminales en cortes de California, Texas, Illinois, Florida, New Hampshire y Nueva York, es altamente probable que el hecho de que se haya decidido la corte neoyorquina fue debido a la inexistencia de la pena capital, a la que por principios se opone el gobierno de México. Seguramente la extradición y la sede del juicio a “El Chapo” fueron convenidas con base en este criterio. De otra forma, también casi seguramente, se habría negado la extradición.
Es un hecho que el dictamen de culpabilidad y la próxima condena que se espera el 25 de junio, seguramente a cadena perpetua, insisto, no detendrán un ápice el vigoroso flujo de drogas hacia Estados Unidos. Si acaso, encarecerán el trasiego y la venta del producto final.
Apunte uno: sería conveniente desmitificar la presunta honradez e incorruptibilidad de la estructura policial y migratoria estadunidense. Inexplicable resulta que el crimen sólo esté enraizado en territorio mexicano y desaparezca del lado estadunidense casi por arte de birlibirloque. Imposible. Esto debería bastar como línea argumentativa de las autoridades mexicanas, que en alto grado se han dejado aplastar por las estructuras estadunidenses, plagadas de un doble discurso, una doble moral e incluso un manto de hipocresía.
Apunte dos: Hollywood y aún la industria televisiva del país vecino han hecho de manera excelente su trabajo, al presentarnos invariablemente una imagen prácticamente impoluta de sus policías y en general de los miembros de sus cuerpos de seguridad, vigilancia e impartición de justicia, cuando sabemos que no es del todo así.
Los sucios, sinvergüenzas, ladrones y otras especies igual de tóxicas quedan confinadas del lado sur de la frontera, nunca del norte hacia arriba. ¿Podría asumirse esa presunción como un hecho verdadero? Claro que no. Si el trasiego de todo tipo de bienes y aún personas prospera y goza de excelente salud entre ambos países es porque ambos países tienen algo o mucho pendiente de arreglar. La ecuación rebasa el monomio para alcanzar el binomio.
No obstante y una vez que se dio a conocer el fallo, el gobierno de Washington defendió de nueva cuenta el combate a las drogas, especialmente el que se libra hace años fuera de sus fronteras claro. El proceso a “El Chapo” les dio un argumento contra las críticas que se han hecho a esa guerra en numerosos países latinoamericanos y por expertos, que coinciden en general en que esta embestida está cosechando más muertes que éxitos.
El fiscal para el distrito este de Nueva York, Richard Donoghue, aprovechó la ocasión para reivindicar esta guerra. “Hay quienes dicen que la guerra contra las drogas no vale la pena pelearla. Esas personas están equivocadas", determinó en un claro rechazo a las voces que reclaman un cambio de estrategia para aminorar o extinguir el tráfico y consumo ilegal de drogas.
Veremos qué sigue, pero es casi seguro que poco cambiará en este comercio y consumo criminalizado por Washington, así “El Chapo” termine sus días en una prisión de máxima seguridad. Algo que no deja de ser casi anecdótico.
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