Coscorrones marca AMLO

SINGLADURA

Me temo que los colaboradores de primer nivel del gobierno del presidente
Andrés Manuel López Obrador pensarán varias veces en el futuro próximo cercano hacer cualquier propuesta, impulsar alguna iniciativa o simplemente abrir la boca. Esto a la luz de los “estate quieto” que desde Palacio Nacional les propina rapidito el Jefe del Ejecutivo, un verdadero eclipse político como hace tiempo dije en este espacio.
El presidente López Obrador propinó un segundo coscorrón, en público y delante de la gente como decía un amigo mío ya finado, nada menos que al subsecretario de Hacienda, Arturo Herrera. Pácatelas. Como que ya lo agarró de su puerquito. Por segundo mes consecutivo, Herrera quedó desmentido por su jefe, el presidente del país.
Recién en marzo pasado, Herrera soltó en una entrevista nada menos que con The Financial Times, la versión sobre posibilidad de que la refinería de Dos Bocas en el Edén tabasqueño, terruño claro de nuestro presidente, pudiera ser suspendida. Más tardaron Herrera en decir esto y el diario en publicar la versión, que el presidente López Obrador alzara su dedito para menearlo de un lado a otro y pronunciar un contundente “no” a las declaraciones del subsecretario, que tuvo que callar mansa, dócilmente. Ni hablar, pero la declaración sobre la eventual cancelación de Dos Bocas ya estaba publicada y allí sí que ni cómo recular.
Ahora, en la víspera, Herrera dijo durante el "II Foro Hacendario Legisladores en Materia Hacendaria: reforma de las haciendas públicas", que podría revivir el impuesto de tenencia vehicular, entre otros impuestos.
López Obrador volvió a levantar su dedo todo poderoso para negar la versión y de paso desmentir a su subalterno en Hacienda.
“No hay aumentos de impuestos, ni hay impuestos nuevos, los compromisos se cumplen. Digo esto porque ayer salió la noticia de que se iba a restablecer el impuesto de la tenencia. Eso no es cierto”, precisó, corrigió el primer mandatario durante su conferencia de prensa en Palacio Nacional.
Y añadió: “Eso es lo que quisieran nuestros adversarios, que nosotros incumpliéramos nuestros compromisos. Se van a quedar con las ganas”, prometió.
¿Se colige entonces que Herrera sería adversario? Allí queda. 
Así que supongo que Herrera ya resiente y a lo mejor se soba de un nuevo coscorrón presidencial. La próxima vez, más que medirá sus palabras, o en el peor de los casos, a partir de ahora se quedará callado como parte de una sana autodefensa. Así ocurre regularmente cuando un jefe regaña y regaña públicamente. ¿Para qué me arriesgo? Plantean los subalternos generalmente.
No es sin embargo único el caso de Herrera. Un consuelo, al menos. Su jefe inmediato, el titular de Hacienda, Carlos Urzúa, también recibió un coscorrón, menos rudo si se quiere, pero coscorrón al fin del presidente López Obrador.
El primer día de abril, la secretaría de Hacienda recortó de entre 2.5%-1.5% a 2.1%-1.1% su pronóstico de expansión del Producto Interno Bruto para 2019, señalan los Pre-Criterios 2020 entregados al Congreso de la Unión.
Un día después apareció López Obrador para enmendar la plana al jefe de Hacienda. “Soy respetuoso con los técnicos de Hacienda, y su pronóstico de crecimiento muy parecido al del Banco de México, no los quiero contradecir, pero….creceremos más, cuando menos lo estaremos haciendo en 2% este año, y el próximo año un 3%. Lo apuesto”, corrigió al titular de las finanzas públicas nacionales.
El efecto de estos coscorrones y correcciones presidenciales es que socava sin duda la credibilidad de todo el gobierno. Un efecto colateral –como decía ya sabe quién cada vez que mataban inocentes- es que los funcionarios se arrinconarán para ponerse a salvo de un eventual regaño de su jefe, el presidente en este caso. Más peligroso es que inversionistas, financieros, empresarios nacionales y extranjeros pondrán en duda a los jerarcas del gobierno cada vez que ofrezcan o se comprometan a algo.
¿Recuerda usted a Rubén Aguilar, el vocero de Vicente Fox? Cada vez que Aguilar aparecía era para explicar lo que el presidente quería decir. Ahora estamos al revés.
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