Fueron tantas y por muchos años las promesas que a lo largo de sus campañas hizo Andrés Manuel López Obrador, entre ellas la principalísima de que llegaría la seguridad
pública a México en caso de ganar la presidencia, que millones de mexicanos le creyeron, y lo comprometieron en un grado que resulta ahora harto peligroso. De otra forma sería inexplicable su triunfo en julio de 2018. Además, México ¿estaba? como decían las abuelas hasta la coronilla de tanta violencia y sobre todo al tope del hartazgo por las cifras de muertes asociadas al crimen de todo tipo, organizado y desorganizado.
Con el propósito de abatir la inseguridad y la violencia, el gobierno de Amlo echó a andar en junio de 2019 la Guardia Nacional, un cuerpo conformado por efectivos del Ejército, la Marina armada de México y miembros de la Policía Federal, pese a que éstos últimos fueron descalificados por el propio López Obrador en su discurso de asunción presidencial.
En ese discurso, López Obrador dijo que la Policía Federal constituía un agrupamiento de apenas 20 mil efectivos, “que carecen de disciplina, capacitación y profesionalismo”. Pese a ello, muchos de esos agentes fueron incorporados a la flamante Guardia Nacional con los resultados que tenemos a la fecha.
También en su discurso inaugural como presidente de México, López Obrador dijo que la causa principal de la desigualdad económica y social, pero “también de la inseguridad y de la violencia que padecemos” fue el fracaso del modelo económico neoliberal de los últimos 36 años, y “también por el predominio en este periodo de la más inmunda corrupción pública y privada”.
En otras palabras, insistió, “como lo hemos repetido durante muchos años, nada ha dañado más a México que la deshonestidad de los gobernantes y de la pequeña minoría que ha lucrado con el influyentismo”.
Y añadió: “esa es la causa principal de la desigualdad económica y social, y también de la inseguridad y de la violencia que padecemos”.
Excelente diagnóstico, creíble y abrazado por millones de mexicanos, esperanzados de un cambio, fastidiados hasta el hartazgo de tanta violencia, crimen e impunidad.
¿Pero qué pasó? El gobierno que hizo de la esperanza un estandarte nacional confronta hoy día sus propios resultados, hasta ahora por lo menos nada halagüeños. ¿Acaso un diagnóstico fallido? Entramos ya en el décimo quinto mes de la 4T, más tiempo si se suma el co-gobierno que se instauró apenas unas horas después del triunfo de julio del 2018 y más todavía si sacamos cuentas de los años en campaña presidencial, un periplo extenso, infatigable y minucioso por la geografía del país que debería haber bastado y sobrado para no sólo diagnosticar sino para comenzar a resolver los temas más críticos del país, la criminalidad entre ellos. Pero nada.
Lo dicen los hechos, siempre sagrados y alejados invariablemente de las opiniones e interpretaciones.
En las últimas horas, una serie de focos criminales cobraron más de medio centenar de vidas en nuestro país, que cerró 2019 con una cifra de muertes violentas superior a las 35 mil.
El registro criminal campea. A miembros de la Guardia Nacional se les agrede con huevos y piedras en Apatzingán. Y ante el reto, el flamante cuerpo policiaco-militar, retrocede para impedir un escalamiento de la violencia conforme al modelo Culiacán de octubre pasado.
En Uruapan, cinco adultos y cuatro menores murieron bajo una ráfaga de fuego en la víspera en un ataque perpetrado en un centro de videojuegos.
La crónica criminal revela que en menos de tres días, 20 personas murieron asesinadas en Michoacán, cuya capital Morelia es la más violenta luego de Uruapan. Allí mismo fue recién detectada una fosa con 11 cadáveres.
En la alcaldía Magdalena Contreras de la ciudad de México, otras tres personas fueron ultimadas.
También en las últimas 48 horas fueron asesinadas 17 personas en Puebla, donde gobierna Miguel Barbosa, del partido o movimiento gobernante.
¿Y entonces qué pasó? Se ha pedido más tiempo para que la estrategia, defendida por la 4T a capa y espada, rinda frutos. Ojalá. El tiempo mengua y la credibilidad también.
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@RobertoCienfue1