Ufff! Me sorprendió la titular federal de Economía, Graciela Márquez Colín. Reconoció que
“efectivamente hay una desaceleración (económica) importante” en México. La declaración contrasta con las reiteradas negativas de su jefe, el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien a lo largo de su mandato ha insistido en que vamos no sólo bien, sino “requetebién”. López Obrador argumenta que eso del crecimiento económico es sólo un invento de los gobiernos neoliberales, obsesionados por los indicadores macroeconómicos.
Pues bien, hasta donde tengo registro es la primera vez que un secretario (secretaria en este caso) admite en público que la economía registra “una desaceleración importante”. Festejo la honestidad de la secretaria Márquez Colín al reconocer el hecho. Festejo de igual forma su valentía y su voz discordante. Al advertir y aceptar la desaceleración económica se abre la posibilidad de enmienda, rectificación, corrección. Negar las situaciones, del tipo que sean, sólo complica, agrava el escenario. Esto es lo que sigue sin entender el presidente, que con humildad y sensatez debería comprender que no es infalible, así sea el primer gobernante nacional.
Si queremos que las cosas cambien hay que hacerlas de manera diferente. Negar las cosas, repetir el error, sólo agravará el resultado.
Márquez Colín atribuyó la pérdida de dinamismo económico –un retroceso al cierre del 2019, según el Inegi- a factores nacionales e internacionales. Es innegable. México no es Macuspana. El país clasifica entre la undécima y décima cuarta economía del mundo, pero entró en un bache en 2019, el primero de la 4T.
Resulta crítico que la economía comience al menos a reactivarse. De otra forma, se agravarán el desempleo, la pobreza y aún la criminalidad, por lo menos. A nadie, incluido el presidente, conviene un retroceso económico.
Márquez Colín confía en que “podamos darle la vuelta este año” a esa desaceleración-retroceso económico y apuntala su optimismo en “una leve recuperación” de algunos indicadores económicos a partir de diciembre último.
Citó entre esos factores positivos “el buen aprendizaje” en el gobierno federal y el uso de los recursos públicos. Exacto. Persistir en retener la bolsa de los recursos federales, como se hizo en 2019 so pretexto del combate a la corrupción, sería temerario. Nadie decente en este país se opone al combate a la corrupción. Al contrario, es un imperativo y un mandato del gobierno de turno, pero bien podría haber una mejor fiscalización de esos recursos del país, antes que su congelamiento.
Los proyectos de inversión en infraestructura, anunciado en noviembre último en Palacio Nacional, podría ser un detonador económico. Es urgente que se ejecuten. El segundo proyecto de infraestructura que se espera sea anunciado este mismo mes, podría constituir otro estímulo económico, también urgente.
La ratificación del tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá podría ser otro elemento favorable para el país este año.
Sólo falta que la voz de la secretaria de Economía sea escuchada por su jefe. Márquez Colín tiene credenciales académicas suficientes que la acreditan, entre ellas un doctorado por Harvard. Ojalá esto último no vaya a molestar al presidente, quien ha declarado públicamente que valora más la honestidad que la experiencia, en una proporción de 90 a 10 por ciento, respectivamente. Bueno…
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@RobertoCienfue1