Inexplicable, así haya decenas de teorías y centenares de hipótesis, resulta la violencia
permanente contra las mujeres de México y en prácticamente todo el mundo, con la diferencia si acaso en otros países del orbe de una mucho menor impunidad que la observada muy lamentablemente en nuestro país.
Al margen de cifras y casos de suyo graves y alarmantes en México ¿Cómo explicar la violencia cotidiana en sus manifestaciones más diversas y aún los asesinatos de féminas? Desconozco las motivaciones, resulten éstas meramente epidérmicas o profundas para golpear, vejar, lastimar, humillar, insultar y llegar al grado de matar a una mujer.
¿Se trata acaso de un asunto cultural? ¿Educativo acaso? ¿O es un fenómeno asociado con el ancestral imperio machista, curiosa y aun paradójicamente incubado por las propias mujeres, por las madres de los meros machos mexicanos? ¿O tiene algo que ver con el adoctrinamiento paterno de que los hombres deben serlo siempre? ¿Está vinculado el asunto a un complejo supremo de que los hombres valen más que las mujeres? ¿Qué se festeja más el nacimiento de un hijo que de una hija?
Dijo Octavio Paz que los mexicanos somos hijos de la chingada, de la mujer abierta, de la que se abrió para ser penetrada y de la que al parir también se abrió. Así andamos. Por eso no hay peor insulto en México que ser llamado hijo de la chingada. Por ello nada hay más sagrado para un mexicano que su madre, la que lo pare y “lo educa o la forma” predominantemente porque eso es cosa de mujeres. Es cuando resulta más inexplicable la secular violencia contra la mujer, que no sólo procede de las huestes masculinas sino también y con mucha frecuencia entre sus pares. Más inexplicable aún.
Ha cambiado en algún grado los últimos años este fenómeno de la violencia contra las mujeres, que incluye una carga laboral doble, triple o incluso total. Se observa afortunadamente un equilibrio cada vez mayor entre mujeres y hombres, incluso en sectores marcados por una tradición machista. ¡Qué bueno! Es algo para festejar como parte de la evolución cultural de los pueblos, México incluido.
Recién por ejemplo fue aprobada (2018) la asistencia de las mujeres a los estadios de Arabia Saudita, considerado un estado ultraconservador, y también la conducción femenina de un vehículo.
Parte de esa cultura patriarcal o masculina hasta ahora imperante en Arabia Saudita –la potencia petrolera número uno del mundo- aún establece que las mujeres deben tener la autorización de un hombre de la familia para estudiar, viajar o emprender otras actividades femeninas.
Se añaden casos extremos en África con la ablación o la extirpación del clítoris. Inexplicable. Hay quienes justifican esto con el estúpido argumento de usos y costumbres, el mismo que se pretende para avalar por ejemplo en Oaxaca la venta de niñas para el matrimonio temprano, o en la India a cambio de una dote. Inexplicable.
El mundo suma a la fecha cuatro grandes cumbres internacionales de la mujer. La de 1995 en Beijing marcó un hito en favor del empoderamiento de la mujer y sobre todo en lo que toca a la igualdad de género. “Las neuronas no tienen sexo”, solía decir una lideresa veracruzana que traté profesionalmente hace pocos años.
Hoy se han perdido buenos tratos y mejores modales en favor de la mujer. Algo también inexplicable como la violencia contra Ella –sí, así, con mayúscula-. Más todavía para quienes tenemos la fortuna de contar con hermanas, hijas, esposas y/o amigas todas entrañables, pero sobre todo para quienes damos gracias eternas a una Ella, nuestra madre.
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@RobertoCienfue1