Desmentir la realidad

Es posible, incluso deseable pero no probable que el presidente Andrés Manuel López Obrador tenga razón cuando anuncia que sí hay futuro y ya se ve

 la luz al final del túnel. En menos de 24 horas, el mandatario hizo anuncios y/o comentarios con las buenas nuevas que por supuesto queremos como mexicanos se hagan realidad muy pronto.
La víspera, dijo eso, que se ve la luz al final del túnel en relación con el curso de la pandemia del coronavirus. Más todavía, al momento de escribir estas líneas, López Obrador dijo que México “ha domado” –ese fue el término presidencial- la pandemia gracias al acatamiento mayoritario de las medidas sanitarias dispuestas por las autoridades correspondientes.
Destacó igualmente que México está preparado y equipado para atender a las personas que contraigan el mal del coronavirus y dijo que hay una disponibilidad médico-sanitaria de hasta 70 por ciento con camas de terapia intensiva, ventiladores y especialistas para lo que pueda ocurrir.
Antes señaló que las medidas de austeridad, la entrada en julio próximo en vigor del tratado comercial con Estados Unidos y Canadá y la política anticorrupción, más otras acciones de inversión en infraestructura, marcarán pronto la recuperación nacional, lo que de confirmarse en los hechos le daría absoluta razón en cuanto a la duración transitoria de la pandemia.
Ojalá tenga razón el presidente, más en este caso, cuando lo que está en juego nada más pero nada menos es la salud y la vida de los mexicanos, que además enfrentamos, en segundo plano si se quiere, la crisis económica, que venía de antes y que se acentuó el primer año de gestión de López Obrador, con sus manifestaciones de desempleo, desinversión, retiro de capitales, devaluación, baja petrolera y freno brusco y hasta arbitrario de proyectos económicos de gran calado que se encontraban en marcha.
Se entiende y aún se requiere que el presidente de México y de cualquier país tenga que dar la nota optimista, positiva y alentadora para sus gobernados. Pero es también una obligación de los gobernantes, cualquiera que sea su jerarquía en la estructura política de su país, decir la verdad.
Llama la atención por ello que cuando el propio presidente López Obrador recién anticipó los primeros días de mayo como el pico de la pandemia, es decir, el momento más crítico de la enfermedad, ahora nos diga que ya se ve la luz al final del túnel. Ni siquiera entramos en el momento crítico de ésta y él ya está anunciado su fin. Vaya paradoja presidencial. Como es común decir: “hay que ser serios”.
El mandatario admitió a su vez que sí habrá una caída económica –aun y cuando estas mediciones correspondan a la manía u obsesión de los neoliberales de medir- pero anticipó que la recuperación también será muy rápida. Todo indica que se trata de otra consideración presidencial muy aventurada o excesivamente optimista. Esto aún y cuando todos los mexicanos –estoy cierto- deseamos que fuera de esta forma.
Pero, el eterno pero que nos preocupa, una cosa es el entusiasmo y optimismo presidencial y otra la realidad que constatamos. En este momento ni siquiera sabemos a ciencia cierta de qué tamaño será el desplome económico nacional. Las estimaciones de quienes saben oscilan en un rango del menos seis y hasta el menos 10 por ciento del PIB. Hay otras cifras que contrastan agudamente con las estimaciones más alegres del presidente.
Hasta ahora una cosa es objetivamente cierta: los pronósticos del presidente han fallado, incluso antes de la pandemia. Dijo por ejemplo que en 2019 la economía crecería no menos del dos por ciento. Su estimación retó todos los pronósticos, incluso los realizados por su titular de Hacienda. Ya no se diga los que realizaron calificadores y organismos financieros internacionales ese año para México. López Obrador, fiel a su estilo, sostuvo lo contrario aún en agosto del 19. La realidad lo desmintió al cierre de ese año. Ojalá que esta vez, en vísperas del pico de la pandemia y de los balances sobre los saldos económicos del virus, él presidente desmienta la realidad. Entonces sí, habría que aplaudirle hasta que nos ardan las palmas.

This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
@RobertoCienfue1