Primero nos sorprendió cuando en plena mañanera en Palacio Nacional soltó una perla
verbal digna de figurar en una antología del subordinado modelo en la 4T: el presidente Andrés Manuel López Obrador “no es una fuerza de contagio, sino una fuerza moral”. ¡Pácatelas! Eso dijo nada menos que el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud de la Secretaría de Salud (Ssa), Hugo López-Gatell. De Ripley, francamente.
El comentario fue una respuesta a una reportera sobre si era conveniente o no someter al presidente a una prueba sobre el Covid-19. La respuesta quedó para la historia.
En la víspera el señor subsecretario nos recetó una nueva perla. Cito: “Hemos aplanado la curva, pero que nadie se confunda, esto no quiere decir que es exactamente plana, porque eso querría decir que no tenemos epidemia, lo que quiere decir es que habríamos tenido muchos más casos de no implementar medidas de mitigación”.
¿Recuerda usted a Rubén Aguilar, el vocero del presidente Vicente Fox? Más de una vez Aguilar tuvo que salir a dar explicaciones sobre lo que el presidente quiso o quería decir. En el caso de López-Gatell, él mismo se bastó para decir y explicar el significado de lo que quiso decir.
Pero vaya machincuepa verbal del señor subsecretario-vocero de la pandemia. ¿Cómo es eso de que la aplanamos sin que sea exactamente plana? ¿Es medio plana? ¿Un poquito plana? O ¿ligeramente plana? Podrían añadirse más preguntas para entender lo que está aplanado pero no es exactamente plano. Suena casi casi a lo que en tono de broma se dice coloquialmente sobre un embarazo ¿añado femenino? Digo, para ponerme en la órbita del señor subsecretario, quien según sé hizo estudios postdoctorales nada menos que en la Universidad Johns Hopkins. Digo que es como decir que la mujer –ahora sí digo- está medio o un poquito embarazada.
Hace años escuché a un embajador mexicano amigo mío hacer una pregunta a personal a su cargo. Solícito y rápido, uno de esos colaboradores quiso lucirse y quedar bien con su jefe e intentó una respuesta con el clásico “me parece que…” Ufff. De inmediato sobrevino el revire del jefe de misión con una repregunta nada diplomática: ¿Sabe o no sabe? Silencio total.
Ese tipo de pifias, debo decir, es lo que resta credibilidad a cualquier vocero, político o funcionario. Es peor en momentos de pandemia porque se registran en una atmósfera social cuajada de miedo, temor y donde se hace más necesario que nunca que haya claridad, precisión y sobre todo credibilidad y confianza en lo que informan las autoridades.
Desconozco los motivos o razones que pudieran explicar lo que me parece es un intento de López-Gatell por reducir el temor que domina en amplios sectores de la sociedad mexicana en estos momentos de pandemia, pero estoy convencido de que incurrir en machincuepas o marometas verbales para tratar de infundir ánimo o calma entre los mexicanos, es la peor fórmula.
López-Gatell es un epidemiólogo asumo que muy bien formado académicamente. Asumo de igual forma que reúne experiencia en la función pública conforme revela su hoja curricular. Supongo que esto debería bastar y aún sobrar para garantizar un desempeño impecable. Sobran por innecesarias las marometas verbales, incluso si se intentan para congraciarse con su jefe.
Los mexicanos, si no todos la mayoría, agradeceríamos mucho más la puritita verdad en estos momentos de pandemia. La verdad, siempre la verdad por más dura que ésta sea. Estoy seguro de ello.
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@RobertoCienfue1