Confesaré que cada vez entiendo menos el cambio propuesto e impulsado por la 4T.
Desconozco si el propósito de esta transformación pasa por la destrucción de toda obra, andamiaje o proyecto que se haya construido, erigido y sobre todo financiado por una inmensa mayoría de mexicanos antes del gobierno de López Obrador.
Lo hecho en buena parte hasta ahora consiste casi casi en extirpar la raíz del “neoliberalismo” mexicano, cuya herencia maldita acaba de censurar una vez más el presidente del país en sus lecciones sobre el Covid-19.
Destaco por ejemplo la consideración presidencial, según la cual la pandemia puso en claro que el modelo neoliberal está en su fase terminal, así ese mismo neoliberalismo haya dejado en las arcas públicas del país un fondo de estabilización por unos 300 mil millones de pesos en previsión de contingencias siempre indeseadas y del cual la 4T se chupó ya al menos 50 por ciento en 2019, sin pandemia alguna salvo las urgencias pecuniarias del gobierno que mata proyectos productivos en nombre de los pobres.
Aconsejó el presidente desechar recetas de los organismos financieros internacionales porque “supuestamente” están orientadas a revertir (sic) las crisis recurrentes, pero que “en los hechos provocan nuevos ciclos de concentración de riqueza, espirales de corrupción y crecimiento de la desigualdad”.
Es dudoso sin embargo que en los 17 meses de la 4T se haya dejado de provocar un nuevo ciclo de concentración de la riqueza. Los magnates Carlos Slim y Ricardo Salinas, por ejemplo, bastante conocidos en el maldito periodo neoliberal que tanto repudia el presidente, han concretado nuevos negocios con pingües ganancias en la nueva fase morenista. Slim acaba de ganar un contrato de obra nada menos que por poco más de 18 mil millones de pesos al adjudicarse el segundo tramo del Tren Maya, que avanza por encima y sin que importen la pandemia y el desplome turístico del país, que podría ir para largo.
Salinas, no el innombrable claro, sino el próspero empresario de Tv Azteca, recibió hace unas semanas un contrato por casi mil millones de pesos a través de la SEP de Esteban Moctezuma Barragán, ex presidente curiosamente de Fundación Azteca. Se trata de un negocio millonario que seguramente nutre opíparamente el espíritu de Salinas, lo más importante para cualquier ser humano que todo aquello estrictamente material, según la nueva aunque selectiva filosofía presidencial.
Y casi se me olvidaba registrar el nombre de León Manuel Bartlett Alvarez, el hijo del director de la CFE, el exonerado e impoluto Manuel Bartlett Díaz, con contratos millonarios asignados bajo el manto de la discrecionalidad y a quien es obvio que la pandemia si que le cayó como anillo al dedo.
¿Nuevos ciclos de concentración de riqueza? ¿O negocios inspirados por la pobreza sanfranciscana?
En lo que toca a la espiral de corrupción, ¿acaso no lo es vender ventiladores caros y concretar rapidito los contratos? El canciller Marcelo Ebrard pronunció un informe hace un par de días sobre una operación similar de compra urgente de ventiladores pero a precios hasta 50 por ciento menores que los del empresario junior Bartlett Alvarez. Cabe la duda si Ebrard hizo evidente el contraste o sólo fue el mensajero para deslindar al patrón de eventuales conexiones directas que pudieran desatar iras poco manejables y aún peligrosas.
Dijo el diputado Porfirio Muñoz Ledo (Morena), el legislador y correligionario más incómodo de la 4T, que “el imperio de la corrupción se instaló en la epidemia; hay evidencias del trafique con los insumos esenciales para atacar al Covid1-19”. ¿Fifi, conservador, adversario, neoliberal o corrupto? ¿Cuál es la etiqueta que mejor le quedaría a este veterano de la política que ya dejó huella y escuela en México?
Y sobre el crecimiento de la desigualdad, hay que anotar que ésta si ha disminuido en la 4T gracias a la creciente disolución de la clase media que recibe garrotazos por la vía del desempleo, la reducción salarial y la pérdida de instituciones sociales de soporte médico, sin hablar del embate agudo de la delincuencia que goza de excelente salud en esta etapa, según datos oficiales incluso.
Como ribete llega el caso de la hija del senador Gerardo Novelo, fundador de Morena en Baja California y un empresario exitoso del sector turístico y restaurantero.
Ivanna, como sabemos, hizo una fiesta “fifi” nada más que para anunciar el género de su próxima hija y nieta a la vez del senador Novelo, quien en su página se describe así mismo como “un hombre de metas” la primera de ellas “y la más importante que se ha forjado en mi vida, ha sido formar una familia unida y cimentada en valores firmes; meta que he logrado al lado de mi esposa Mónica y con mis cuatro hijos: Ivanna, Gerardo, Hannia y Andrés”.
Remata de manera magistral que la clave del éxito de su vida es “compartir”. Fue lo que hizo su hija: compartir un momento de felicidad.
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@RobertoCienfue1