El discurso que pronunció Joe Biden para asumir la presidencia de Estados Unidos resulta digno de lectura. Es una pieza inspiradora, que proyecta confianza y resulta propia de un político profesional, formado en buena parte en la Cámara Alta de su país, donde sirvió por más de tres décadas.
Vicepresidente por dos periodos, Biden conoce a fondo a su propio país. A partir de la víspera, cuando se convirtió en el presidente número 46 de los
Estados Unidos, Biden asumió su tarea, que se anticipa inmensa. No hubo espacio para la fiesta o la celebración popular.
Apenas se hizo cargo del poder ejecutivo de su paìs, Biden se dirigió al Salón Oval para comenzar a gobernar. De inmediato firmó casi una veintena de órdenes ejecutivas, que marcaron un revés político a su antecesor, Donald Trump. Pero lo hizo sin estridencias ni diatribas. Tampoco utilizó la Casa Blanca para señalar culpables ni accionar la metralleta con disparos de ira, desprecio o estigmatización. Comenzó a hacer lo que se espera de un gobernante: gobernar.
Así esto parezca de perogrullo.
Antes de disparar dardos envenenados o de buscar argumentos para justificarse, convocó a sus compatriotas a la unidad y a dejar la guerra civil de la confrontación entre rojos y azules en alusión a los colores distintivos de republicanos y demócratas.
“Tenemos que poner fin a esta guerra civil que enfrenta al rojo con el azul, a lo rural con lo urbano, a los conservadores con los liberales. Podemos hacerlo si abrimos nuestras almas en vez de endurecer nuestros corazones, si mostramos un poco de tolerancia y humildad, si estamos dispuestos a ponernos en el lugar de otra persona solo por un momento”, dijo.
El inicio del gobierno de Biden, por sí mismo, serenó el ambiente crispado y peligroso que heredó Trump dentro y fuera de Estados Unidos.
Rescato parte de su discurso. “Hoy es el día de la democracia. Un día de historia y esperanza, de renacimiento y resolución”, dijo.
Añadió que Estados Unidos fue puesto a prueba una vez más, y ha estado a la altura del desafío. Hoy celebramos la victoria no de un candidato, sino de una causa: la causa de la democracia. La voluntad del pueblo ha sido escuchada y la voluntad del pueblo ha sido acatada”.
Hizo ver que “una vez más hemos aprendido que la democracia es preciosa, que la democracia es frágil”, pero “la democracia ha prevalecido”.
“En este suelo sagrado en el que hace apenas unos días la violencia intentó sacudir los cimientos mismos del Capitolio, comparecemos unidos ante Dios como una sola nación, indivisibles, para llevar a cabo el traspaso pacífico de poder tal como hemos hecho a lo largo de más de dos siglos”, recordó.
“Mientras dirigimos la vista hacia delante de esa manera estadounidense tan nuestra, incansable, audaz, optimista, y ponemos la mirada en la nación que sabemos que podemos y debemos ser, doy las gracias a mis predecesores de ambos partidos. Les doy las gracias de todo corazón”, subrayó. “Reconozco la capacidad de resistencia de nuestra Constitución y la fortaleza de nuestro país”.
Biden dijo que “la historia de Estados Unidos no depende de uno de nosotros ni de algunos de nosotros, sino de todos nosotros. De nosotros, el pueblo que persigue una unión más perfecta. Esta es una gran nación, somos buenas personas. Y a través de los siglos, contra viento y marea, en la paz y en la guerra, hemos llegado hasta aquí. Sin embargo, todavía nos queda mucho camino que recorrer”.
Dijo que hay “mucho que reparar, mucho que restaurar, mucho que sanar, mucho que construir y mucho que ganar” en un periodo de la historia desafiante y difícil como el de ahora.
“Un virus de los que solo aparecen de siglo en siglo acecha sigiloso al país, y en un año se ha cobrado tantas vidas como las que se perdieron en toda la Segunda Guerra Mundial”, expuso.
Admitió con sinceridad total que se han perdido millones de empleos; cientos de miles de empresas han cerrado; un grito por la justicia racial que lleva gestándose casi 400 años nos conmueve”.
Dijo que el sueño de la justicia para todos no se seguirá aplazando. Un grito de supervivencia nos llega del propio planeta, un grito que ya no puede ser más desesperado ni más claro. Y ahora, un aumento del extremismo político, la supremacía blanca, el terrorismo interno al que debemos enfrentarnos y al que derrotaremos”.
Con claridad y honestidad, Biden dijo que “restaurar el alma y asegurar el futuro de Estados Unidos exige mucho más que palabras. Exige lo más esquivo de todo en una democracia: unidad. Unidad”.
Al evocar a Abraham Lincoln, Biden dijo:
“toda mi alma está en unir a Estados Unidos, a nuestro pueblo, a nuestra nación. Y pido a todos y cada uno de los estadounidenses que se sumen a mí en esta causa”.
Nunca refirió a personas, adversarios o empresarios. En su llamado a favor de la unidad, Biden instó a “que nos unamos para luchar contra los enemigos que nos esperan: la ira, el resentimiento, el odio, el extremismo, el desorden, la violencia, la enfermedad, el desempleo y
la desesperanza”.
Dijo que con unidad “podemos hacer grandes cosas, cosas importantes. Podemos enmendar los errores, podemos dar buenos empleos a la gente, enseñar a nuestros hijos en colegios seguros. Podemos superar este virus mortal, recompensar el trabajo, reconstruir la clase media, asegurar la asistencia sanitaria para todos, garantizar la justicia racial y convertir de nuevo a Estados Unidos en la principal fuerza del bien en el mundo”.
Admitió que hablar de unidad puede sonar un poco ridículo hoy en día, pero dijo que las fuerzas que dividen al país son profundas y reales.
“Nuestra historia ha sido una lucha constante entre el ideal estadounidense de que todos hemos sido creados iguales, y la fea y dura realidad de que el racismo, el nativismo, el miedo y la demonización llevan mucho tiempo separándonos. La batalla es perenne y la victoria nunca está asegurada.
Recordó que durante la Guerra Civil, la Gran Depresión, la Guerra Mundial, el 11-S, en momentos de lucha, sacrificio y contratiempos, siempre han prevalecido los mejores de nosotros. En cada uno de estos momentos, suficientes de nosotros nos unimos para sacar a todos adelante.
Y ahora podemos hacerlo. La historia, la fe y la razón nos enseñan el camino.
"El camino de la unidad”.
Insistió en que “podemos vernos unos a otros no como adversarios, sino como vecinos. Podemos tratarnos unos a otros con dignidad y respeto. Podemos unir fuerzas, dejar de gritar y bajar la temperatura. Porque sin unidad no hay paz, solo amargura y furia; no hay progreso, solo ira agotadora. No hay nación, solo una situación de caos. Este es nuestro momento histórico de crisis y desafío. Y la unidad es el camino para avanzar. Y debemos enfrentarnos a este momento como los Estados Unidos de América”.
Convocó a empezar a “escucharnos unos a otros, a oírnos unos a otros, a vernos unos a otros, a respetarnos unos a otros. La política no tiene por qué ser un incendio voraz que destruye todo lo que encuentra en su camino. Cualquier disensión no tiene por qué ser causa de guerra total. Y debemos rechazar una cultura en la que se manipulan e incluso se fabrican los propios hechos”.
Dijo algo más: “a todos aquellos que apoyaron nuestra campaña, me siento abrumado por la fe que depositaron en nosotros. A los que no nos apoyaron permítanme que les diga esto. Escuchen lo que tengo que decir a medida que avanzamos. Conozcan mi persona y mi corazón.
Si siguen sin estar de acuerdo, que así sea.
Eso es la democracia. Eso es Estados Unidos. El derecho a disentir pacíficamente dentro de las barreras protectoras de nuestra democracia es quizá la mayor fortaleza de nuestra nación”.
Mas aclaró: “escuchadme con claridad: el desacuerdo no debe conducir a la desunión. Y os prometo esto: seré presidente de todos los estadounidenses. Lucharé con la misma fuerza por los que no me apoyaron como por los que sí lo hicieron”.
Biden hizo esta pregunta: “¿cuáles son los objetos comunes que amamos y que nos definen como estadounidenses? Creo que lo sé: oportunidad, seguridad, libertad, dignidad, respeto, honor y, sí, la verdad”.
Recordó que en las últimas semanas y meses nos han enseñado una lección dolorosa. “Hay verdad y hay mentiras. Mentiras contadas por motivos de poder y provecho”.
Entiendo, dijo, “que estén preocupados por su trabajo, por cuidar a su familia, por lo que vendrá a continuación. Lo comprendo. Pero la respuesta no es encerrarse en uno mismo, no es replegarse para formar facciones enfrentadas, no es desconfiar de los que no se parecen a ti, de los que no rinden culto como tú, de los que no reciben las noticias de la misma fuente que tú”.
Dijo a sus compatriotas: “en el trabajo que nos espera por delante vamos a necesitarnos el uno al otro. Necesitaremos toda nuestra fuerza para superar este oscuro invierno. Vamos a entrar en el que podría ser el periodo más oscuro y mortal de este virus. Debemos dejar a un lado la política y enfrentarnos por fin a esta pandemia como una nación. Y os prometo que, como dice la Biblia, “El llanto puede durar toda la noche, pero a la mañana vendrá el grito de alegría”. Superaremos esto, juntos”.
Biden dio su palabra para decir que “siempre seré sincero con vosotros. Defenderé la Constitución, defenderé nuestra democracia. Defenderé a Estados Unidos y lo daré todo para serviros, pensando no en el poder, sino en las posibilidades, no en el interés personal sino en el bien público”.
Sobre este discurso, el veterano periodista y presentador de noticias Dan Rather dijo: "Oh, claro, así es como se supone que suena un presidente".
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@RoCienfuegos1