El factor suerte

Es común entre periodistas y también en el mundo del fútbol decir que reportero y / o portero sin suerte no lo son. Seguro que es así. Unos -los reporteros- y otros -los porteros- saben, sabemos que esto es cierto. Abundan las anécdotas de colegas al respecto. Lo sabemos quienes hemos

tenido la suerte de desempeñarnos como reporteros. La suerte, apunté.

Por contar una anécdota, una sola en la que la suerte quiso que entrevistara al extinto mandatario cubano, Fidel Castro, el mismito Comandante Fidel. 

El gran y extinto -también es cierto- Excélsior nos comisionó a Cartagena de Indias, Colombia a un grupo de reporteros para una cobertura de las denominadas Cumbres Iberoamericanas. Fue la IV ya ella asistieron a los 21 jefes de Estado y de Gobierno de los países miembros de ese foro.

De aquel grupo de reporteros, recuerdo a Salvador Martínez García, reportero asignado entonces a la fuente presidencial, al cronista Miguel Reyes Razo, a Renato Dávalos. También como cronista, pero de El Universal, recuerdo igualmente a Fidel Samaniego, muerto prematuramente de un ataque cardiaco. Fluíamos entonces.

La suerte, insisto, me regaló esa vez una inesperada pero estupenda entrevista con el comandante Fidel. Andaba extraviado en las instalaciones del Centro de Convenciones de Cartagena, la hermosa ciudad amurallada de Colombia, sede de la Iberoamericana.

Deambulaba en busca de una salida a alguno de los salones con la expectativa eso si reporteril.

Pero nunca imaginé siquiera que tras abrir una puerta, toparía de frente con el supremo comandante cubano. Mi sorpresa fue mayúscula cuando lo ví aparecer de frente y en ruta clara e ineludible al sitio donde yo acortaba el espacio a paso veloz. No había forma de escabullirse para ninguno de ambos. Aun sorprendido, me aproximé al gigantón comandante isleño que era seguido a corta distancia por sus guardias. 

-Presidente, solté con la grabadora en ristre. De inmediato sus guardias lo rodearon y trataron de impedir el acercamiento. Alcancé sin embargo a identificarme como reportero de Excélsior. Asumo subjetivamente que el nombre del diario y el apellido que le solté algo debieron influir en su ánimo para que ordenara a sus hombres de seguridad que me dejaran hablar.

Castro vestía una guayabera, un signo político de apertura política del hombre fuerte de Cuba entre sus pares. En esa cumbre también destacó la presencia del gran Gabo García Márquez, quien impartía cátedra de periodismo a la menor provocación y aún sin ella.

En fin. Entrevisté a Fidel.

Al cierre de la jornada de ese día de junio de 1994, Martínez García, quien fungía como coordinador del grupo de enviados de Excélsior a Cartagena, preguntó uno a uno sobre el fruto de su trabajo. ¿Y tú que traes? me preguntó con un aire de escepticismo y de exigencia al mismo tiempo. Conteniéndome en mi emoción, pero con cierto orgullo y suficiencia, contesté: ah, una entrevista con Fidel. ¿Con Fidel Castro? repreguntó poniéndome en duda, retando y aún receloso. Si, claro, repliqué antes de exhibir la grabadora al decirle que aquí la traigo registrada. Salvador le hizo saber al entonces director en funciones de Excélsior, Andrés Barrenechea. La historia figuró al día siguiente en primera plana.

Cuento esto a propósito de que la suerte parece jugarle una mala pasada a nuestro presidente. Me explico. Tras una brega intensa, extenuante y prolongada, nuestro presidente alcanzó el poder y de qué manera. Su figura se convirtió en un portaviones electoral. Obtuvo ganancias políticas inconmensurables e inimaginables incluso con su movimiento político de muy reciente fundación. Llegó a la presidencia, el sitio más codiciado por cualquier político. El mejor lugar de cualquier país y sin embargo, su presidencia coincide con el peor momento del país en décadas. La pandemia del coronavirus está cobrando su factura al gobierno y al país. Los saldos serán muy elevados, todavía impredecibles y sin cuantificar. Me pregunto por qué ocurrió así. La suerte le ha jugado una mala pasada a nuestro presidente y al país. Desconozco quién vaya a sufrir más. Si hubiera habido suerte, esto nunca hubiera pasado.

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@ RoCienfuegos1