Lo que acabamos de ver en Estados Unidos con la decisión del Senado sobre Donald Trump al hallarlo no culpable -antes que inocente, un cambio conceptual importante- revela que pese a los
daños inconmensurables del ex inquilino de la Casa Blanca al sistema político del vecino del norte, los que corren no son tiempos favorables para la democracia y, por el contrario, estarían anticipando un deslizamiento cuesta abajo por el tobogán engrasado que conduce al precipicio fascista. Esto, así suene exagerado e increíble.
Es un hecho que con la decisión del Senado de hallar no culpable a Trump, el sector político, o al menos el sector republicano del espectro político, ha dejado diáfanamente claro que no está interesado en mantener el sistema democrático de gobierno, sino el poder por el poder mismo.
Hay que leer en este sentido la explicación de Hillary Clinton esta semana, según la cual el Senado no iba a votar a favor de hallar culpable al sujeto por una razón muy simple: los senadores republicanos estarían incriminándose a sí mismos por haber aceptado y difundido las mentiras del sujeto, especialmente que le "robaron" unas elecciones que perdió clara, justa, legal y con un margen sobradamente amplio.
En otras palabras, esos senadores están más interesados en conservar sus cargos y el poder correspondiente que proteger el sistema democrático y defender la Constitución.
Así que de hoy en adelante: a) no se puede pensar con asomo alguno de seriedad que el Partido Republicano dice la verdad cuando emite algún comunicado o promete algo; b) ese partido ha dejado sentada su posición en cuanto a la democracia, y c) lo que viene ahora, como resultado del dictamen, es muchísimo peor que lo que ha acontecido hasta ahora.
Exactamente del mismo modo que el ocupante anterior de la Casa Blanca se sintió reivindicado y justificado en arremeter con más fuerza y descaro contra el sistema electoral después del primer juicio político donde también fue exonerado, ahora se va a sentir aún más reivindicado y justificado en seguir adelante con su campaña de instituirse en dictador vitalicio.
Ahora que ha sido exculpado, es prácticamente una certeza que Trump se va a postular como candidato de su partido en las elecciones presidenciales de 2024. Como la parte medular del daño que ha causado el sujeto a Estados Unidos es la destrucción del discurso político, la credibilidad y respeto del gobierno, de aquí en adelante podemos dejar de contar con la colaboración bipartidista y un diálogo racional y atenido a los hechos en el Congreso.
Así que lo que viene ahora es un deslizamiento cuesta abajo por el tobogán engrasado que da al precipicio fascista. Incluso si el gobierno del demócrata Joe Biden consigue ayudar a las grandes masas afectadas por el encierro de la pandemia y logra que le aprueben todos los paquetes de ayuda económica que se necesitan, es altamente improbable que el Partido Demócrata gane los comicios presidenciales de 2024. Apuesto doble. Hay que añadir que si Trump obtiene un segundo período constitucional, con lo que ya ha aprendido y con el daño que ya ha causado, no le resultará muy difícil acabar con lo que queda del sistema democrático estadunidense. Anticipo el hecho.
Algo que quizá sea más revelador y determinante que los detalles del "impeachment" es que los acusadores presentaron un solo cargo, de promover la sedición, cuando el sujeto en cuestión ha cometido docenas y puede que hasta cientos no sólo de delitos, sino de crímenes de lesa humanidad.
Basta con mencionar su posición en cuanto a la pandemia del coronavirus: de que es un engaño concebido por sus enemigos para hacerlo quedar mal a él. Eso no solo lo llevó a desarticular el aparato de respuesta a pandemias que había dejado activo el gobierno de Barack Obama, sino a no tomarse la pandemia en serio, aprovechar cada oportunidad para declarar públicamente que no era real y chambonear --y con renuencia y mala gana-- la respuesta a la pandemia, con lo que, según algunos analistas, provocó la muerte innecesaria de alrededor del 40% de las personas que han fallecido a causa del coronavirus. Si, de ese tamaño es el crimen.
Queda claro que la corrupción, la hipocresía y el dolo descarados parecieran no valer como delitos, o en otras palabras, quizás en Estados Unidos esos no son motivos válidos de encausamiento. Una sociedad que se llena la boca con temas de derechos humanos, decencia, justicia y equidad, pero que a la hora de la verdad se inclina por todo lo contrario, va por mal camino. El tiempo dirá una vez más la última palabra y confiemos en vivir para contarlo, así y para entonces pudiera ser ya demasiado tarde para enmendar el daño que hacen los aprendices de dictadores durante el camino y la ruta que recorren.
This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
@RoCienfuegos1