La tragedia en la estación Olivos de la línea 12 o Dorada del Metro capitalino, ocurrida el tres de mayo pasado, día de la Santa Cruz, podría convertirse en cosa de días, semanas cuando más,
en la cruz de uno o varios funcionarios (as) de los gobiernos capitalinos involucrados, todos surgidos de la izquierda política desde que en 1997 se abrió la avenida para esta fuerza con el triunfo electoral del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, el primer gobernante que ganó la ciudad con base en el voto de las y los “chilangopolitanos”.
Desde entonces, es decir, hace 24 años, la capital de México se convirtió en el principal bastión de lo que se ha denominado la izquierda política, y -hay que decirlo- en buena parte en la vanguardia urbana que la perfilan como la ciudad de derechos de avanzada para sus residentes y/o habitantes, ahora bajo la gestión de Claudia Sheinbaum, una mujer que sin duda se coloca ya en la antesala de la lucha por la presidencia del país y es evidentemente una política clave en las preferencias del presidente Andrés Manuel López Obrador para dar continuidad a la Cuarta Transformación.
No obstante, y como ya sabemos, el colapso del metro cuando ya expiraba el Día de la Santa Cruz cambió todo el panorama político de la gran urbe, con reverberaciones nacionales incluso, y con ello se nublaron las expectativas de Sheinbaum y del canciller Marcelo Ebrard, hasta entonces los dos alfiles más aventajados de la 4T antes del siniestro del metro.
En la víspera, y mientras se sigue en espera de los informes técnicos de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, que comanda Ernestina Godoy, y de la firma noruega DNV, el influyente diario The New York Times publicó un reportaje que no por nada hizo reaccionar de inmediato a Sheinbaum y al propio Ebrard.
El diario estadunidense determinó con base en documentos gubernamentales, entrevistas con personas que trabajaron en la construcción del sistema de transporte y el análisis de la evidencia encontrada en el lugar del siniestro, que hubo fallas graves en la construcción del tramo elevado de la también llamada Línea Dorada, construida hace menos de una década durante la jefatura de Ebrard.
La mandataria capitalina negó categórica que en su administración hayan utilizado filtraciones periodísticas para informar o hacer su trabajo, mucho menos -apuntó- con un medio como el NYT que ha buscado confrontar a la 4ª. Transformación.
Ebrard dijo a su vez en una carta al diario estadounidense que sus respuestas fueron ignoradas.
Ebrard, ex jefe de gobierno de la capital mexicana y en cuya gestión se inició y terminó la construcción de la Línea 12, puso en duda si Miguel Ángel Mancera, quien lo sucedió al frente del gobierno capitalino del 2012 al 2018, dio mantenimiento adecuado al sistema de transporte, sobre todo después del sismo del 19 de septiembre de 2017.
Indicó que, tras la tragedia, se deben conocer las razones que explican el colapso del Metro y una parte de esta historia es la de la gestación y construcción de la línea, que “puede conocerse fácilmente a través de los documentos relevantes que se han hecho públicos”.
El canciller apuntó que en lo referente a la supervisión y mantenimiento de la obra durante el sexenio de Mancera “se mantiene en buena medida como una incógnita”.
Sin embargo, el punto clave es saber si esta tragedia marcará un antes y un después en la historia de la política mexicana, tan llena de impunidad, corrupción, encubrimiento y en general, valemadrismo. ¿Se conocerá la verdad sobre quién o quiénes son los responsables de esta tragedia humana? La oportunidad está allí. ¿Se procederá en forma ética? ¿O imperará el patrón nacional? Veremos si en realidad hay diferencias de forma y de fondo. El tiempo nos lo dirá.
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@RoCienfuegos1