Viene la lloradera

Bueno, contra viento y marea, la denominada consulta popular se llevó a cabo este domingo primero de agosto conforme a la iniciativa del presidente López Obrador para impulsar un nuevo modelo de democracia participativa, que rebase los márgenes de la propiamente representativa. La propuesta

presidencial significa un cambio sin duda asociado a la llamada 4T. Magnífica oportunidad para que la población, toda, abra nuevas rutas en la tarea que implica la construcción de una mejor democracia, una en la que los ciudadanos asumamos de manera más directa el papel que nos corresponde en la conducción nacional y en la promoción y defensa de los intereses mayoritarios.

Me parece en consecuencia que nadie debería oponerse a ser consultado sobre cualquier tema de impacto local, estatal y mucho menos nacional. Los ciudadanos también tenemos que darnos cuenta del compromiso, responsabilidad y deber que tenemos de cara al reto de construir un sistema político que mejore las cosas del país. Se trata de un tema tan importante que no debería quedar sólo en manos de los políticos, de la clase política o de los gobernantes de turno, aun y cuando éstos hayan recibido un mandato en las urnas como representantes del pueblo. En ese sentido, la consulta ciudadana hecha ayer debería ser vista como un instrumento útil para que la mayoría de los mexicanos influya y decida los asuntos clave del país. Bienvenida entonces toda consulta, incluso ésta, la primera en la historia del país avalada por el Congreso de la Unión y aún la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Nunca antes se había consultado a los mexicanos de esta forma y eso hay que reconocerlo. En ese sentido, la consulta sí significa un hecho destacable en el devenir nacional.

El tema sin embargo en esta consulta es que se registra en un ambiente político sumamente polarizado, en buena parte por el perfil político del presidente que atiza el fogón cada mañana con propósitos que para muchos resultan absolutamente indebidos y que incluso serían parte de una presunta estratagema presidencial para distraer a la ciudadanía de los tópicos o rubros de genuina importancia nacional y aún de los magros resultados, en parte por la pandemia, que se observan en México desde hace muchos meses y para agravar el análisis, incluso antes de la irrupción letal de la Covid-19. Otro hecho que se critica señaladamente es que la consulta, pese a las bondades que pudiera ofrecer, aborda un hecho del pasado. Absolutamente controversial y engañoso en sí mismo porque aun cuando se ha promocionado como la posibilidad de enjuiciar a ex presidentes del periodo neoliberal, en realidad la pregunta a los ciudadanos alude a “actores políticos del pasado”, conforme el ajuste de redacción hecho por el máximo tribunal del país.

Muchos mexicanos creen que la consulta es sólo un recurso más del arsenal político del presidente para entretener al país y desviarlo en polémicas cuanto tan intensas y eternas como inútiles en la realidad.

Se añade el argumento incontrovertible de que la justicia no se consulta, se ejercita y punto.

Más todavía, el presidente lanzó la consulta, pero luego se escabulló de ella, algo que no se entiende y que repite el patrón conductual sobre la Covid-19, sus efectos y aún las medidas de contención, incluyendo el cubrebocas, por ejemplo.

Así entonces las cosas, aunque pudiera estar inspirado en un propósito de trascendencia nacional para la construcción de una mejor democracia, la consulta también abre enormes inquietudes entre muchos que asumen, sin medias tintas, que podría resultar un ensayo para dirimir muchos otros temas, incluyendo la prolongación del mandato presidencial constitucional, como ya se pretende pública y abiertamente en el caso del presidente del supremo tribunal, el magistrado Arturo Zaldívar, quien a estas alturas está catalogado en amplios sectores del país como un fiel escudero presidencial.

Añada usted las consultas ya hechas por la 4T sobre temas críticos -aeropuerto, Constellation Brands en Mexicali, metrobús en Durango, termoeléctrica de Huexca en Morelos- entre otras realizadas sin rigor ni aval alguno, al calor de un mitin entre simpatizantes y que en todo caso alimentan todo tipo de especulaciones, temores y escepticismo público.

En este escenario es que nació y se registró la famosa consulta, que proyectó una mayor división ciudadana, incredulidad, burla y desprecio antes que el entusiasmo que debió concitar y que seguramente confirmarán los datos del INE, que dicho sea de paso cumplió su papel en términos estrictamente legales y que sólo por ello reivindicó el éxito de la jornada de ayer domingo.

Del otro lado de la sociedad, funcionarios y ciudadanos afectos a la 4T, hicieron lo propio. Viene casi seguramente la lloradera, las quejas y la búsqueda de todo tipo de argumentos para explicar lo que se anticipa como “el fracaso” de la consulta. Así que casi seguramente lo que veremos a partir de este lunes es el relanzamiento del cisma nacional que ya conocemos y que anticiparon la víspera en este capítulo el presidente del INE, y la señora Beatriz Gutiérrez. Preparémonos entonces para que pasen quién sabe cuántos días más de dimes y diretes entre todo tipo de personajes encumbrados o no de la 4T y quienes la adversan de manera sistemática. Tan radicales unos como otros. Y México, pues en medio. ¡Qué vaina!

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@RoCienfuegos1