Revisionismo 4T

Está en curso una revisión de la historia prehispánica, que alienta la denominada Cuarta Transformación, y que llama la atención por un interés manifiesto de reescribir, pero sobre reinterpretar los antecedentes y hechos históricos que hace medio milenio confirieron a este país llamado México un carácter nacional y una naturaleza singular.

La reinterpretación de la historia está casi invariablemente ligada a los propósitos de todo gobierno que se dice transformador, revolucionario o simplemente diferente. Los ejemplos sobran. Muy pocos, si acaso, superan la tentación de un revisionismo histórico. No es pernicioso ni tampoco una pérdida de tiempo, más aún en países como México que aún y cuando tienen una data antigua, están aún tratando -así usted lo dude- de construir una identidad, un tema casi seguramente inagotable porque como es normal suponer, implica o debería implicar el inicio de estudios nuevos, más profundos y con evidencia documental concreta para no incurrir en reinterpretaciones  falsas, tendenciosas y, peor aún, maliciosas o malintencionadas, e incluso con propósitos más de índole política antes que científicos y esclarecedores. Este es el principal defecto me parece de recurrir a un revisionismo histórico desde la plataforma de los intereses políticos muy específicos de una clase dirigente en turno y puntual.

En el México de la 4T se está haciendo esto. Es decir, reinterpretar la historia documental y documentada con propósitos que atienden más bien una intencionalidad política y que si acaso, parece que poco aportarán al auténtico conocimiento de la historia nacional, que inició por supuesto mucho antes de que se desarrollarán las grandes culturas prehispánicas y se moldeó durante los dos siglos previos por supuesto a la llegada desde ultramar de los hombres blancos y barbados.

No es casual así que justamente la 4T esté trabajando para inscribirse en la historia de México con la aspiración política de asignarse por sí sola un sitio estelar en ésta. Vea si no. El nombre conferido por un liderazgo a este movimiento político revela por sí solo esta intencionalidad, aspiración o ambición. La Cuarta Transformación seguiría con toda lógica o se inscribiría en un lugar subsecuente a las tres grandes transformaciones del país, nada menos que los movimientos de gran envergadura del país conocidos como la Independencia, seguida por la Reforma y si, supuso usted bien, la Revolución de 1910, con todo y su galardón ésta última de haber constituido la primera revolución social del siglo XX. Nada mal. Enorme. Imagine usted inscrito el acrónimo 4T con letras de oro y en el altar a la patria. La aspiración trasunta el tamaño de la ambición histórica y por si esta fuera menor, el interés de construir un legado fundacional para las generaciones del porvenir.

Tampoco es casual que esta aspiración se inscriba en el hecho trascendental de la conquista, invasión o encuentro de lo ibérico. Y mucho menos el intento político incluso del reclamo gubernamental en nombre del Estado mexicano al Estado español para que rinda una disculpa y expíe de esa forma los pecados capitales perpetrados por las hordas españolas en suelo mexicano hace 500 años.

Parte de este esfuerzo político, que no de índole científico ni con apego al interés de esclarecer la historia, se reflejó naturalmente en hechos que podrían ser baladíes, pero que adhieren en esta campaña son el cambio de la nomenclatura urbana en la capital del país. Obvio hay que reinterpretar la historia de los bastiones políticos de turno. De igual forma, el llamado de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión a la mandataria capitalina, Claudia Sheinbaum, para que erija un monumento de la Malinche, ahora sujeta a la reinterpretación de constituir un ícono femenino indígena.

 Más allá sin embargo de esta acometida política, bien haríamos los mexicanos en general en esforzarnos por conocer más y mejor nuestra historia, que es como se nos ha enseñado la maestra de la vida. Consultar y leer por ejemplo libros como La Organización Política de los Pueblos de Anáhuac, del historiador Don Ignacio Romerovargas  Iturbide, la obra de Doña Eulalia Guzmán Barrón, del historiador Arturo Sotomayor de Zaldo y del investigador emérito universitario Miguel León Portilla, por citar algunos de los muchos imperdibles y referencias ineludibles.

Sólo se ama lo que se conoce, también nos han enseñado. Añado: sólo pervive lo trascendente.

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@RoCienfuegos1