Murió en Caracas, Venezuela, el periodista mexicano Rodolfo Rivera Vázquez. Fue despedido en 2018 de Notimex, la Agencia de Noticias del Estado Mexicano. En estos últimos años de su vida, sufrió enfermedades, pobreza, vivió prácticamente de la caridad.
Lo peor es que el gobierno que se dice humanista y proclama a voz en cuello su predilección por los pobres, lo abandonó a su suerte, pésima por desgracia.
A Rodolfo lo conocí en Caracas cuando ambos nos desempeñábamos como corresponsales. El de Notimex, yo al servicio de Excélsior. Después coincidimos en Notimex. Él seguía como corresponsal. Yo me incorporé al área internacional de Notimex como Editor. Mantuvimos una buena relación personal y profesional. Ocasionalmente intercambiamos charlas telefónicas. Me confiaba sus planes, expectativas, ilusiones, pero sobre todo las dificultades económicas y de salud que lo fueron mermando hasta cobrarle la vida en medio del abandono de su propio medio, Notimex, al que sirvió 28 años, y del gobierno, el mismo que procura alivio para nacionales de otras naciones, aunque presionado por Washington arremete contra emigrantes centroamericanos y caribeños, y al mismo tiempo acoge a afganos, incluidos periodistas, en una política de claroscuros que es difícil comprender a cabalidad.
A Rodolfo lo abandonó un gobierno que proclamó desde Palacio Nacional el amor al prójimo y defendió la fraternidad universal la noche patria del 15 de septiembre, la misma noche en que murió Rodolfo. Un gobierno que lanzó vivas a la honestidad y respeto por las culturas prehispánicas, pero que no se condolió de un anciano periodista mexicano, pobre y enfermo.
“El gobierno mexicano me abandonó después de tantos años de trabajo. Me dejaron aquí tirado con mi enfermedad, sin seguro social ni de gastos médicos, sin pensión y sin nadie que te conteste el teléfono en Notimex. Es inaudito el trato que nos está dando este gobierno”, lamentó Rivera González en una entrevista hecha por su colega Luis Carlos Rodríguez González en el sitio éxodoenlínea, y que se difundió casi como un homenaje póstumo al periodista muerto en Caracas la misma noche en que México y su gobierno conmemoraban la independencia nacional con un zócalo vacío, pirotecnia multicolor y discursos que aún creen muchos mexicanos.
En esa entrevista con Rodríguez González, hecha en mayo de 2020, Rivera Vázquez llamó al presidente López Obrador a poner orden en Notimex. También planteó a la titular de Notimex el cumplimiento de las obligaciones con una veintena de corresponsales de la Agencia en el extranjero. Rivera Vázquez pidió su jubilación tras “casi 30 años” de trabajo para Notimex. Lamentó que no tuviera “ni para comer, ni para medicinas” y contó que debía su vida cotidiana a cooperaciones y apoyo de corresponsales despedidos, de periodistas y amigos venezolanos.
Refirió que desde 2018 había dejado de percibir el pago por su trabajo en Notimex.
Narró igualmente que ni las cartas, oficios, conferencias, llamadas al presidente López Obrador, al vocero presidencial, Jesús Ramírez, a diputados, senadores, a la titular de Notimex sirvieron de nada. “Más de año y medio de oídos sordos”, resumió.
Así describió entonces su situación: “esto está muy jodido, yo estoy muy jodido, ahora necesito una operación en la columna, pero ya no tengo dinero”.
Deseó dos cosas: “que haya justicia y que no me dejen acá abandonado”. Murió sin ver atendida y mucho menos cumplida ninguna de sus dos esperanzas.
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