Los Pasos de López Obrador

En su visita a Washington, el presidente Andrés Manuel López Obrador pudiera dar los primeros pasos relevantes hacia una integración económica aún

mayor con Estados Unidos y Canadá bajo el paragûas del hoy Tratado de Libre Comercio Norteamericano (TMec), entre las escasas políticas públicas que implicó en México una modificación profunda en la visión del Estado mexicano.

Casi a contrapelo de sus posiciones predominantes en el ámbito doméstico y en vísperas de su viaje a la capital estadunidense, López Obrador envió varias señales a través de sus mensajes en las clásicas conferencias matutinas, al menos en lo que toca al ámbito económico y/o comercial que implica a los tres socios hace más de cinco lustros.

Recién el jueves 12 de noviembre, López Obrador anticipó como muy importante la reunión con sus colegas de Estados Unidos y Canadá porque -consideró- el TMEC  es muy bueno para los tres pueblos y las tres naciones.

Aun cuando el TMEC tiene como antecedente el Tlcan -firmado en el apogeo de los gobiernos neoliberales y en particular del que encabezó Carlos Salinas de Gortari, némesis de López Obrador- éste consideró un logro mayor el acuerdo renovado con el gobierno de Donald Trump.

López Obrador dijo que incluso y pese a las presiones se convenció a Estados Unidos que “no podían cerrar su economía”, bajo la presunción trumpiana de América para los Americanos a fin de cuidar su mercado y cerrar prácticamente las fronteras. Añadió que México trabajó para convencerlos de que “no se podía desarrollar Estados Unidos sin Norteamérica”.

Fue más lejos López Obrador al afirmar que su gobierno es partidario -imagínese- de que lo más conveniente “es la integración económica con respeto a nuestras soberanías en América del Norte” y aún “de toda América”, bajo un modelo similar al creado por la Comunidad Europea, antecedente de la Unión Europea.

López Obrador dijo que se necesita “crear en América una especie de unión e integrarnos, con respeto a la soberanía de todos los países para fortalecernos como región económica, comercial, en el mundo”. Esa es la postura, pragmática y aún ecléctica del mandatario, que al menos en este campo habla casi como un presidente del ala neoliberal.

Y ante el auge económico asiático, preguntó incluso: “¿por qué nosotros en América del Norte vamos a estar importando mercancías de otros países si las podemos producir en América del Norte? Por eso la importancia del tratado, resaltó.

Un paso adicional en esta dirección ocurrió hace sólo dos días, cuando López Obrador dijo que estaría dispuesto a hablar de la reforma eléctrica que promueve con sus pares de Estados Unidos y Canadá.

“Si sale en la conversación pues también lo tratamos”, dijo López Obrador, dando fe una vez más de que su pecho no es bodega.

Dijo que la reforma es un tema “muy sencillo” porque trata únicamente de “que no aumente el precio de la luz, y que se termine con los abusos de las empresas particulares, sobre todo de las empresas extranjeras, y en especial, lo voy a decir, de las empresas españolas, que nos veían como tierra de conquista”.

Y preguntó a reporteros:  ¿ustedes creen que me va a costar trabajo decirle esto al presidente Biden o al primer ministro Trudeau?

Dijo que al igual que ellos, que defienden los intereses de sus pueblos, “lo hacemos nosotros en México”.

Así, resulta destacable que en este campo de la integración económica y comercial supranacional, López Obrador revela un pragmatismo y una visión ecléctica, que contrasta en gran parte con sus políticas estrictamente domésticas. Veremos si hay más tras esta cumbre, la primera en su tipo en los últimos cinco años, y una que hace ver los retos irreversibles de la globalidad, guste o no ésta.

@RoCienfuegos1

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