Algo, al menos, debe estar mal funcionando en el equipo de comunicación de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México,
Claudia Sheinbaum, aspirante muy emocionada a la codiciada candidatura presidencial de Morena. Hace tres días, las huestes del titular de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, Omar García Harfuch, con el apoyo de miembros de la Guardia Nacional, dieron un golpe certero y limpio al crimen organizado durante el operativo en el pueblo de San Miguel Topilejo, alcaldía Tlalpan, de la capital del país.
Allí, y tras una refriega de esas de verdad, los genízaros de García Harfuch dieron una muestra de valor, según reconoció puntualmente el propio jefe policial, y de una eficacia poco vista en estos tiempos en la tarea de poner un alto a la delincuencia criminal que se enseñorea en buena parte del país, y que se nutre, también en buena parte, de una estrategia esencialmente fallida y que se conoce como “abrazos y no balazos”. El accionar en Topilejo dejó ver que sí es posible neutralizar al menos el embate de la delincuencia y aún del crimen organizado, una tarea crítica, esencial y urgente que reclama la ciudadanía, los gobernados pues. Es probable, de manera paradójica, que el ejemplo en Tlalpan haya sido el pecado que obligó a la meditación a la doctora Sheinbaum y su equipo.
Los muchachos de García Harfuch, con el respaldo -hay que reconocer- de efectivos de la Guardia Nacional, dieron un parte final exitoso en el combate a las células, nada menos pero nada más que del Cártel de Sinaloa, o “Los chapitos”, en resonancia del líder histórico de esa organización criminal, hoy en una prisión estadunidense.
Durante las acciones, que siguieron con base en una denuncia anónima sobre un presunto secuestro en la zona, fueron detenidas 14 personas e incautado un arsenal bélico.
García Harfuch explicó que el decomiso incluyó diez armas largas, entre ellas un Barret, una ametralladora de alto poder, granadas calibre 40 mm, un lanzagranadas, más de 70 cargadores, y chalecos balísticos. El propio jefe policial admitió que cualquier célula delictiva que opere en cualquier parte del país con este armamento pone en riesgo a la ciudadanía porque se trata de algo “sumamente peligroso”.
Pero ni Sheinbaum ni su equipo de comunicación reaccionaron con tino y mucho menos oportunamente a este éxito, lo dejaron pasar por más de 48 horas, una oportunidad perdida para la aspirante presidencial de Morena, que no pudo o no quiso capitalizar políticamente un triunfo de este tipo. Es probable que la gobernante no midiera el tamaño del éxito del operativo policial como un asunto también de índole política y sobre todo, gubernamental, en particular a los ojos de los gobernados en la Ciudad de México, una caja de resonancia nacional. También es probable que no se haya querido enviar una señal contraria al padre de la estrategia de “abrazos y no balazos”, algo altamente riesgoso para las aspiraciones políticas de cualquier político y/o funcionario.
Sheinbaum sabe que ofender al Eterno es un peligro elevado para sus propósitos políticos, pero también asume, sin rubor ni distancia o diferenciación alguna, las recetas, posturas y hasta errores del jefe máximo. Eso podría explicar el por qué de su renuencia al menos por ahora a ser Claudia.
Y es que no se explica de otra forma, su negativa y aún del equipo de comunicación que la rodea a destacar lo que los muchachos de García Harfuch hicieron en Topilejo. Fue una oportunidad perdida para Sheinbaum y sus aspiraciones políticas, una falta absoluta de reflejos en una situación crítica, que pudo canalizar a su favor.
Ahora sí que mejor el PAN en el Congreso de la Ciudad de México reconoció a los policías de la Secretaría de Seguridad Ciudadana que, “de manera valiente y sin titubeos”, enfrentaron a integrantes del crimen organizado en Topilejo, alcaldía Tlalpan.
El coordinador de la bancada, Christian Von Roehrich, argumentó que lo ocurrido en Tlalpan, es una muestra de que la policía capitalina tiene hombres dispuestos a defender a los capitalinos ante cualquier situación.
Añadió que este tipo de ataques nunca se habían visto en la historia reciente de la Ciudad de México, “donde grupos delictivos desafían a la autoridad con armas largas, es un reto abierto y directo al Estado de Derecho”.
De igual forma, el diputado Federico Döring destacó la manera en que los policías que dirige García Harfuch lograron resistir y reaccionar a las provocaciones del crimen organizado, pese a la política de abrazos que fomenta Morena a nivel federal.
También los diputados locales por Tlalpan, Luis Chávez García y Daniela Álvarez Camacho, indicaron que esto, marca un antes y un después en la vida pública y de seguridad en la capital. “No hay un precedente de este tipo de actos violentos y de esta magnitud, en la cual, bandas del crimen organizado de forma frontal se enfrenten a la policía”.
El diputado, también panista, Aníbal Cañez Morales, secretario de Administración y Procuración de Justicia, habló de seguir combatiendo a los delincuentes con toda la fuerza del estado, no con abrazos.
Opinó que se requiere estrategia, decisión y que las autoridades del Gobierno federal y la CDMX, tomen conciencia del problema real que se vive.
Por ello, no deja de llamar la atención que fue hasta ayer jueves, que Sheinbaum y la fiscal Ernestina Godoy Ramos, aludieron de manera directa al caso. La primera para destacar la eficiencia del operativo y lo exitoso de éste “con todas las dificultades”, por lo que agradeció a la policía de la Ciudad de México y externó su mayor reconocimiento al secretario García Harfuch. Godoy Ramos advirtió que la ciudad no es ni será un refugio de grupos criminales.
Y aún, la secretaria Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, dijo que “abrazos no balazos no significa estar cruzado de brazos”. Tarde piaste, pajarito.
Roberto Cienfuegos J.
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@RoCienfuegos1