Todo exceso es malo, pernicioso. Esto lo sabemos sobradamente. Y sin embargo, muchas veces incurrimos en excesos de numerosos tipos,
que a la postre resultan siempre costosos. Esto queda demostrado de manera fehaciente en el exceso que cometió el restaurantero Daniel Tabe, cuya veteranía de poco o nada le sirvió esta semana para contener la ira, sosegarse. Bajo la amenaza del cierre de su negocio en las calles de Progreso de la Colonia Escandón, le ganó la cólera. No sólo pierde quien se enoja, Es claro, en circunstancias como la vivida por Tabe, que gobierna aquel que es causa de un estallido de enojo. Eso fue lo que ocurrió frente al inspector del Instituto de Verificación. Administrativa (Invea). Fue de tal grado el coraje de Tabe, que lo llevó al extremo de tomar un cuchillo largo y colocarlo en la garganta del inspector. Las escenas fueron grabadas y difundidas en forma copiosa y de inmediato para que no quedara duda alguna del incidente. Claro, innegable, fue un episodio grave, de cólera desmedida. Una reacción excesiva e innecesaria y aún torpe y gravemente intimidante. Tabe proyectó una imagen absolutamente exagerada, peligrosa e indebida desde cualquier punto o ángulo que se le observe. El inspector lo gobernó al momento que en que quedó expuesto a una situación extrema. Es claro que Tabe mordió el anzuelo de la provocación y exhibió una conducta claramente desmesurada. Indebida por supuesto para cualquier persona, y más aún para una persona de la tercera edad. Pero se convirtió en el pretexto, el argumento perfecto para contratacar políticamente, el verdadero gancho del episodio.
Tabe olvidó además en la circunstancia que es padre de Mauricio Tabe, el alcalde de la Miguel Hidalgo. Pequeño detalle. Más tarde, el propio Daniel Tabe reconoció públicamente su arrepentimiento y ofreció disculpas. A ellas se sumó su hijo, el alcalde de Miguel Hidalgo. Ambos admitieron que el episodio de cólera y la reacción resultan injustificables. “Me siento muy arrepentido y le ofrezco una disculpa a los verificadores que sólo hacían su trabajo”, dijo Daniel Tabe, compungido, en un mensaje en twitter. Argumentó que sintió mucho coraje que le clausuraran su negocio porque le ha costado muchos años de trabajo.
Es claro que Tabe padre deberá enfrentar las consecuencias de su conducta, sin duda, incluidas las penales. La Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México ya tomó el asunto en sus manos, como corresponde frente a este tipo de hechos. Daniel Tabe tendrá que responder por su falta de contención y una reacción absolutamente deleznable. Después de todo nadie puede defender lo indefendible.
Y sin embargo, también es claro que este incidente, pese a su gravedad y las repercusiones legales que deberán seguir, fue tomado de inmediato como bandera para hacer politiquería. El hecho se convirtió en el mejor argumento para de inmediato atacar al alcalde Tabe como si los hijos estuvieran obligados necesariamente a pagar los errores de sus padres. También fue muy útil para atacar al PAN, un partido, ciertamente de derecha y/o conservador, que está haciendo el papel de oposición a la 4T. Daniel Tabe, casi seguramente sin pensar en sus actos, se convirtió así en un instrumento óptimo para desprestigiar, lapidar y fulminar si fuera posible al PAN y los panistas. Ahora sí que su cólera y desmesura cayeron como anillo al dedo para desprestigiar al máximo una causa política. Las evidencias de esto sobran en todos los niveles de gobierno. Vaya política barata en la que estamos inmersos, y que deberíamos analizar a la luz de sus muy seguras repercusiones y consecuencias en un país ya de suyo violentado, no sólo por cuchillos largos, sino por todo tipo de armamento y, peor aún, por políticos transidos de poder a cualquier precio.
Roberto Cienfuegos
@RoCienfuegos1