El titular de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, el precandidato presidencial, el “hermano” del presidente Andrés Manuel López Obrador,
el presunto “caballo negro” de la sucesión en 2024, anunció el inicio de “un diálogo nacional” una vez que la Cámara de Diputados de luz verde plena a la extensión del mandato para que los militares permanezcan en las calles de México hasta el 2028 a fin de velar por la seguridad de las y los mexicanos.
¿Diálogo nacional? ¿Hasta ahora? Bueno, decían las personas de antes que nunca es tarde si la dicha es buena. Será. “El futuro se construye entre todas y todos”, argumenta López Hernández en vísperas del inicio de ese diálogo nacional anunciado para que cada uno de los congresos en las 32 entidades del país abrace la política de militarización nacional que impulsa el gobierno de la 4T con el objetivo de contener el auge criminal en los dos últimos años que restan a esta administración, y que tácita, aunque tardíamente, reconoce por esta misma vía el fracaso de eso que hemos conocido como la estrategia de “abrazos y no balazos”.
López Hernández argumenta ahora que sin acuerdos y unidad “no hay gobernabilidad” al tiempo que promete sacar adelante esta ley -ya con el aval del legislativo federal- “de la mano de todas y todos los mexicanos”.
¿Por qué hasta ahora? Es la pregunta obvia y puntual en torno a esto que parece un súbito interés del titular de Gobernación por un diálogo nacional, cuando según todas las evidencias y hechos concretos indican que la 4T se ha abierto paso en estos últimos cuatro años a bayoneta calada, valiéndose en buena parte de su mayoría en el Congreso federal, al menos hasta el año pasado, y por supuesto de la real politik a cargo de manera preponderante del inquilino de Palacio Nacional, el presidente López Obrador.
Así, y pese a algunos episodios victoriosos pero esporádicos a cargo de la oposición, la 4T ha ejercido el poder sin demasiados contratiempos, fiel a su estilo, y en nombre eso sí de la mayoría del pueblo que el morenismo y su máximo líder encarnan como nadie más.
De allí que llame la atención la convocatoria del titular de la SEGOB a un “diálogo nacional” entre todas y todos en el último tercio de la gestión lopezobradorista, tan sobrada políticamente hablando y convencida de las bondades de la causa, una que ha rechazado en repetidas ocasiones la osadía incluso de que alguien pudiera cambiar si acaso una coma en cualquiera de sus iniciativas legislativas, so riesgo de que pudiera alterar así fuera el espíritu de la ley o reforma impulsada bajo el sacrosanto nombre del pueblo mexicano, y de quien reivindica el mayor conocimiento de éste.
Y es que un diálogo, como el que tiene ahora a bien convocar el titular de Gobernación, supondría la incorporación necesaria u obligada de puntos de vista, posicionamientos o propuestas diferentes, en algún grado al menos, a la que impulsa el oficialismo. El diálogo obliga y supone siempre la tarea de escuchar lo diferente y su incorporación a la propuesta propia. De ser así, bienvenido el diálogo con los otros, con los diferentes y aún con los opositores.
Pero también podría tratarse de un diálogo para únicamente legitimar la o las políticas ya garantizadas por el legislativo federal, y a las que irremediablemente deberán plegarse los congresos, al menos la mayoría, de las 32 entidades del país. Un diálogo sólo legitimador para el discurso y el posicionamiento político. Más aún ahora que Morena, el partido en el poder, tiene desde junio de 2021 bajo su paraguas la mayoría de los legislativos estatales con 19, lo que garantiza la solvencia constitucional. ¿Entonces?
El gran diálogo nacional, a contrapelo de lo que hemos visto estos tiempos, podría ser sin embargo la coartada política perfecta para el fortalecimiento presidencial del titular de la Segob, alguien a quien muchos señalan como el verdadero “caballo negro” de la sucesión en 2024. ¿Será?
Pero después de todo hay que dar la bienvenida en todo caso a la invitación a un diálogo nacional, algo que debería ampliarse a otros temas críticos del país, así implique un mayor esfuerzo gubernamental.
Roberto Cienfuegos J.
@RoCienfuegos1