El cese discreto en 2022 del poderoso director regional de la estadunidense Dirección de Control de Drogas, la célebre
DEA, Nicholas Palmeri, responsable de supervisar a docenas de agentes en México, Centroamérica y Canadá, mueve a una serie de interrogantes que quizá nunca nadie pueda ni quiera aclararnos de manera seria y profesional a los mexicanos, pero que coincide con un deterioro, uno más, en la cooperación bilateral y que se da en un contexto marcado por flujos récord de cocaína, heroína y fentanilo hacia el país y socio del norte.
Si bien es cierto, que la destitución de Palmeri, recién conocida el último fin de semana por medios estadunidenses, pudo simple y llanamente derivar de asuntos inherentes a la mera actuación personal y profesional del funcionario, los mexicanos deberíamos haber sido informados sobre este asunto que toca fibras sensibles de la relación bilateral y porque ocurrieron en la geografía mexicana. Se trata además de un tema indefectiblemente ligado con la seguridad del país. Pero hasta ahora, cuando se cumplen prácticamente 48 horas de conocerse este hecho, nadie del gobierno de México hasta donde se sabe, ha informado qué pasó con Palmeri.
Otro punto de atención es que la información sobre el cese de Palmeri se haya registrado apenas unas horas después de que el jueves pasado, se haya dado a conocer en Washington que el canciller Marcelo Ebrard sostuvo una charla telefónica con el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, para abordar la cooperación entre ambos países en la lucha contra el narcotráfico.
Un comunicado del Departamento de Estado sobre esta conversación, el miércoles de la semana pasada, dio a conocer que Blinken “se comprometió a reforzar la relación entre Estados Unidos y México para proteger a nuestros pueblos".
Además, el vocero del Departamento de Estado, Ned Price, expuso que el fentanilo, una sustancia adictiva y extremadamente peligrosa, presente en muchas de las drogas que se trafican a través de la frontera, es la principal causa de muerte para las personas entre 18 y 49 años en EU.
Según ese comunicado, la conversación Ebrard-Blinken ocurrió en seguimiento de los acuerdos alcanzados durante la Cumbre de las Américas, celebrada el verano pasado en Los Ángeles, California, y a la que el presidente Andrés Manuel López Obrador, no acudió en protesta por la decisión de EU de no invitar a algunos países.
Apenas el sábado, se conoció el cese en 2021 de la DEA de Palmeri, su funcionario de más alto nivel en México, tras una gestión de 14 meses.
Según medios estadunidenses, la medida fue adoptada como consecuencia de contactos inapropiados de Palmeri con abogados de narcotraficantes. Otros aparentes resortes de la destitución estuvieron relacionados con el manejo del Covid y presuntos gastos de Palmeri.
Un ex jefe de operaciones internacionales de la DEA, Mike Vigil, también citado por medios estadunidenses, subrayó la importancia del puesto de Palmeri, “el más importante de las operaciones extranjeras de la DEA”.
Otro ex director del Centro de Inteligencia de El Paso, perteneciente a la DEA, Phil Jordan, opinó que el tema resulta “aún más crucial debido al deterioro en la situación con México”.
Jordan advirtió: “Si no tenemos un director o agente regional fuerte a cargo allí, eso va en contra de las operaciones generales de la agencia porque todo transita a través de México, ya sea que provenga de Colombia o el fentanilo que fluye desde China. No se puede tomar a la ligera”, recomendó.
La agencia estadunidense Associated Press contextualizó el caso de Palmeri como uno más de los ejemplos de conducta ilegal que afectan a la principal agencia de Estados Unidos para el combate a las drogas, en un momento en que sus amplias operaciones extranjeras —que abarcan 69 países— están bajo el escrutinio de una revisión externa ordenada por su administradora, Anne Milgram.
Recordó el caso de José Irizarry, un “ex agente caído en desgracia que ahora cumple una sentencia de 12 años en una prisión federal después de confesar haber lavado dinero para cárteles colombianos y sustraer millones de dólares de incautaciones con el fin de financiar viajes de lujo, fiestas y prostitutas”.
También en el 2022, y según AP, fiscales federales acusaron a un agente de la DEA y a un ex supervisor de filtrar información confidencial de las fuerzas policiales a dos abogados defensores anónimos de Miami a cambio de 70.000 dólares en efectivo.
Uno de esos abogados, fue identificado como David Macey, quien también se vio envuelto en la investigación sobre Palmeri. Registros de la pesquisa revelaron que Macey recibió a Palmeri y a su esposa nacida en México durante dos días en su casa en los Cayos de Florida, un viaje que, según la DEA, no tenía ningún propósito laboral útil y violó las reglas que rigen las interacciones con abogados, las cuales están diseñadas para evitar incluso dar la apariencia de irregularidades.
Palmeri reconoció ante los investigadores que se quedó en la casa de descanso de Macey, que su esposa trabajaba como traductora para otro abogado destacado, Rubén Oliva, y que hizo un viaje no autorizado a Miami con su mujer en febrero de 2021.
Por estas violaciones, Palmeri fue transferido a las oficinas centrales en Washington en mayo de 2021, antes de que finalmente dejara el cargo en marzo pasado, muestran los registros.
Palmeri ha dicho que todas sus relaciones con abogados “siempre han sido profesionales y éticas”, y que todos sus gastos en México fueron “sensatos” y beneficiaron al gobierno de Estados Unidos.
“Es irónico”, escribió Palmeri en un correo electrónico, “que el Departamento de ‘Justicia’ le cometiera esta injusticia al país”.
Exagente de policía de la ciudad de Nueva York, Palmeri llamó la atención desde el momento en que llegó a México en 2020.
Y sin embargo, en México poco o nada se ha informado al respecto.
Roberto Cienfuegos Jiménez
@RoCienfuegos1