A Notimex, cuya huelga cumplirá tres años mañana martes 21 de febrero, si, tres años, la Cuarta Transformación le sale
debiendo y mucho. La huelga inició hace tres años tras una arremetida sin precedentes en 55 años de historia de la Agencia, fundada en 1968, que activó la Dirección General de esta empresa pública contra la mayoría de los empleados, al momento del golpe poco menos de 400, más de la mitad, inscritos en el Sindicato Único de Trabajadores de Notimex (Sutnotimex), de éstos, la mayoría, mujeres. Ni la sororidad disminuyó la fuerza de este embate, al parecer movido por un odio casi inextricable.
Con base en el poder conferido por el presidente Andrés Manuel López Obrador a la titular de Notimex, ésta inició la peor cacería de empleados, muchos de ellos periodistas, que se recuerde en la historia de la Agencia. Despidos a granel, amedrentamiento, ultraje a los derechos humanos y violaciones graves al Contrato Colectivo de Trabajo (CCT), entre otros abusos como la formación de un sindicato paralelo e identificado con la empresa, se convirtieron pronto en el sello de Notimex, una empresa construida por la decisión y visión de varios gobiernos, la canalización de no pocos recursos públicos y el esfuerzo de muchos profesionales durante décadas. De todo eso, hoy sobrevive un esperpento.
La Transformación anunciada para Notimex con la nueva administración quedó reducida hasta donde hoy puede verse y resulta patente a esta embestida, contraria a los empleados, e ilegal en mucho porque se perpetró sin cumplir los preceptos de ley y mucho menos las cláusulas del propio CCT, para, por ejemplo, liquidar a quienes por décadas contribuyeron con su trabajo, tiempo y profesionalismo a mantener en pie la operación de Notimex, que durante años fue un referente dentro y aun fuera de México, en términos periodísticos, siempre sujetos a una mejoría, por supuesto.
El 21 de febrero del 2020 el Sutnotimex inició una huelga para exigir el respeto a los derechos laborales suscritos entre la empresa y la representación sindical. En tres años, está claro que el conflicto no ha merecido la atención suficiente y mucho menos una respuesta del gobierno de López Obrador para resolverlo.
Es lamentable y desdice de un gobierno que se autoproclama humanista que en estos 36 meses de conflicto, haya pasado mucho e incluso demasiado en perjuicio esencialmente de las decenas de trabajadores despedidos de Notimex y las familias de éstos. Hasta ahora suman largas y más largas como solemos decir a la resolución de la huelga. Tampoco se ha tomado una decisión definitiva sobre el futuro de la Agencia, convertida en prácticamente nada, aun y cuando sigue absorbiendo recursos públicos como si éstos fueran infinitos y quedaran al margen de la proclama oficialista de austeridad republicana y aun pobreza franciscana.
Suman todavía hoy decenas de demandas laborales en la Junta de Conciliación y Arbitraje, el espacio legal y obligado de los trabajadores, despedidos al margen de la ley. Muchas de estas demandas entraron ya en el cuarto año desde que se interpusieron con ningún otro interés que la procuración de la justicia denegada por la Dirección General de Notimex al momento y aun años después del cese laboral de decenas de personas.
Es cierto, López Obrador ha repetido en sus centenares de matutinas insistentes indicaciones para resolver la huelga por la vía del diálogo, pero resulta increíble que transcurrido tanto tiempo se le desoiga, ignore y/o desdeñe, más aún en el caso de un presidente todopoderoso como él. A menos, claro está, que sus llamados sólo sean de dientes para fuera, o dicho de otra forma, los llamados a misa para herejes.
Roberto Cienfuegos J.
@RoCienfuegos1
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