Si usted, afable lector (a) está esperando que se haga justicia o al menos pase algo, como la renuncia, por ejemplo
del titular del Instituto Nacional de Migración, Francisco Garduño, tras la tragedia en un centro de detención en Ciudad Juárez, que cobró la vida de 39 personas –déjese de lado por un momento su condición de inmigrantes- dispénseme por agüitarle su expectativa, así y haya millones de mexicanos y aún fuera de México que exigimos justicia, simple y llanamente. Pero esta exigencia no se cumplirá en el país del nunca jamás, donde sobran las evidencias de que soñamos y anhelamos una fantasía.
De hecho, y ante esta nueva tragedia –donde se quemaron y/o asfixiaron estas 39 personas- ya quedó visto que no pasará nada, ni siquiera la renuncia o destitución de Garduño, de bajísimo perfil en estos días para evitar muy probablemente que alguien le pregunte sobre su renuncia al cargo que ostenta por una decisión del presidente López Obrador.
Pero digo que tampoco en este caso pasará nada, aun y cuando haya la promesa oficial de que se está investigando para saber qué pasó, y aún el compromiso oficial, otra vez, de que no habrá impunidad y se sancionará a los responsables. Lamento, y muchísimo, decirle que hay prácticamente nulos indicios de que eso pasará o cobrará vida en la realidad. Lo digo con base en lo que hemos visto en otros casos, no tan inhumanos y crueles, pero igualmente dolorosos, y en lo que observamos como conducta y/o patrón de las autoridades cuando este viernes, se cumplen prácticamente cuatro días del siniestro en la norteña Ciudad Juárez.
Vea usted, por ejemplo, cuántos y cuáles son los funcionarios de alto nivel cesados, detenidos, enjuiciados y/o condenados por el desplome, también trágico, de la Línea 12 del Metro el tres de mayo del 2021, y pronto se cumplirán dos años.
La historia la conocemos sobradamente. Murieron 26 personas y casi un centenar más, resultaron lesionadas. También se prometió justicia, cero impunidad y sanciones penales. También se tiraron acusaciones, que si la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, que si el canciller Marcelo Ebrard, que si el hoy diputado y ex titular del Metro, Jorge Gaviño, que si el ex jefe del gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera. Se pagó dizque una investigación independiente a cargo de la empresa noruega DNV, cuyo último informe se echó a la basura.
En octubre del 2022, las partes –el gobierno de la CDMX y la propia DNV-, suscribieron un convenio para comprometerse a no promover acciones legales por la vía civil, administrativa, laboral o de cualquier otra índole, así como a mantener en la confidencialidad la información referida al colapso de la Línea 12. Es decir, no ocurrió nada.
Recién en marzo de este año, un juez aplazó hasta junio la audiencia por el colapso en el tramo elevado de la Línea 12 del Metro, con el argumento de que aún está pendiente el cierre de la investigación para dos de los 10 exfuncionarios señalados por el caso, ninguno de ellos de alto perfil, y menos aún presidenciables. Se fijó el 1 de junio como la nueva fecha de audiencia, cuando se habrán cumplido más de dos años de la tragedia. Entre los acusados de este caso, figura Enrique Horcasitas, ex director del Proyecto Metro. Es el funcionario de mayor nivel implicado hasta ahora en el desastre del tres de mayo del 2021. De otros, nada, ni siquiera la señora Florencia Serranía, quien al momento del desplome, fungía como titular del Metro. En ese caso ni siquiera se la citó por autoridad judicial competente para que informara de lo ocurrido el tres de mayo del 2021. Ahora ejerce otro cargo, alejada de los reflectores públicos.
El abogado Gabriel Regino, representante de cinco de los ex funcionarios imputados, informó también este mismo mes de marzo que les fue notificada la resolución de una suspensión definitiva para Enrique Horcasitas, en la que impiden un juicio oral en su contra.
Regino dijo entonces que “tenemos grandes avances en la justicia federal y sabemos que tarde o temprano vamos a ganar”. Tan tan.
El caso quedó virtualmente cerrado con la entrega de dinero a los deudos que lo aceptaron y la reconstrucción de la Línea con cargo a don Carlos Slim. Los que murieron pues ya ni modo. Quizá les tocaba, es probable que alguna o muchas cabecitas piensen.
Así qué dígame qué le hace pensar a usted que en el caso de Ciudad Juárez sí habrá sanciones para los responsables de alto nivel de semejante tragedia. Si acaso, los de abajo, los vigilantes, pagarán por los muertos de Juárez. Ni modo, así ocurre siempre porque en México es habitual que al perro más flaco se le carguen las pulgas.
Ya el presidente López Obrador responsabilizó a los migrantes de su propia tragedia por protagonizar una protesta e incendiar colchonetas en el centro de detención, donde se encontraban confinados de manera ilegal y en condiciones –para decir lo menos- insalubres.
Según López Obrador, “Esto tuvo que ver con una protesta que ellos iniciaron a partir, suponemos, de que se enteraron que iban a ser deportados, movilizados, y como protesta en la puerta del albergue pusieron colchonetas y les prendieron fuego, y no imaginaron que esto iba a causar esta terrible desgracia”.
Un día después, dijo, que se investiga y se castigará a los responsables. Esperamos verlo. Pero casi nada hace prever que ocurrirá.
Ante un hecho tan infame, al menos pudo pedirse la renuncia de quien es hoy el titular del Instituto Nacional de Migración, pero ni eso ocurrió. Al menos, como decimos, para taparle el ojo al macho. ¿No cree usted?
Eso sí, el aspirante presidencial, Augusto López Hernández, ya enlodó a su adversario y compañero de gabinete, Marcelo Ebrard, al decir que era él quien estaba a cargo de los asuntos migratorios por un acuerdo intersecretarial. Es obvio que ninguno de ambos será sacrificado por los hechos de Juárez, sería un tiro al propio pie de la 4T en vísperas de la madre de las batallas por el poder.
Es cierto, somos muchos los que quisiéramos ver una historia diferente para que haya justicia, simple y llanamente. Pero…Se espera que pronto se aplaquen los polvos que levantó esta tragedia y ésta quede reducida a cenizas, y digo con la ilusión de equivocarme.
Roberto Cienfuegos J.
@RoCienfuegos1