Incredulidad y Cisma

La incredulidad, como un fenómeno social, pica y se extiende en México. Esto como parte del cisma nacional inducido

desde el primer atril del país. Vea si no. ¿Quién cree que Claudia Sheinbaum ganará la presidencia del país? Sólo una parte, no sé si mayoritaria. Del otro lado, tampoco sé si la otra mitad, da por hecho que Xóchitl Gálvez está creciendo y podría cuando menos meter un susto mayor a la 4 Transformación. ¿Quién cree en las encuestas que casi a diario se difunden en México para proclamar la enorme ventaja de la candidata oficialista sobre su adversaria opositora? Es cierto, en general estos sondeos indican que Claudia lleva la delantera, pero otra parte de la sociedad, asume que están manipulados y se han convertido en un instrumento propagandístico. ¿Serán certeros? Nadie lo sabe a ciencia cierta. Por ello muchos están convencidos de que la verdadera encuesta será el domingo dos de junio.

El fenómeno de la incredulidad, la sospecha y la duda arropa hoy a México entero. Muchos ven un México inmerso en un clima delirante de violencia criminal. Otros dicen que exageran y que el asunto no es generalizado. Nomás tantito.

Otros sostienen el fracaso absoluto de las mega obras presidenciales, léase el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas y el Aeropuerto Felipe Ángeles, que de internacional no tiene nada. Otros, no sé si la mitad de los electores o un poco más, creen que se trata de las nuevas maravillas del nuevo México transformado. Otros ni chistan sobre los colosales y multiplicados presupuestos en estas obras porque asumen que es algo normal. Otros, tal vez la mitad, sostienen que estas obras se volaron la barda y los límites de la corrupción, a grados superlativamente mayores que lo hicieron los practicantes en la época neoliberal del país.

Muchos creen que el país está peor que nunca en todos los aspectos, mientras que no pocos panegiristas están convencidos de que lo único que falta en México es echar el segundo piso de la transformación para que el país, esta vez sí, se ponga a valer.

Miles, millones de mexicanos, están convencidos de que la violencia, el crimen y el narcotráfico gozan de cabal salud en estos tiempos de la 4T, amparados además por una “política” denominada “abrazos y no balazos”, una propuesta considerada insólita por otros tantos millones de mexicanos, que no ven la hora de detener semejante tragedia.

Muchos asumen que la creciente participación de los militares en cuánto espacio se le ocurra al presidente del país constituye un acierto más del inquilino presidencial.

Otros temen que los militares, al menos los mandos medios y superiores, están ya tocados por la corrupción, y se está generando un cisma interno en las Fuerzas Armadas Nacionales, de consecuencias impredecibles para el futuro democrático y civilista del país.

Muchos sostienen que en Palacio Nacional vive un autócrata empecinado en triturar la democracia construida por México de manera especialmente más intensa y formal en poco más de tres décadas. Otros tantos ven en el inquilino número uno del Centro Histórico el hombre providencial que transformará al país para llevarlo el Edén.

Millones de mexicanos ven un embustero en Palacio, mientras que otros tantos millones lo consideran un ser mítico salido de Macuspana para la redención nacional, casi casi como el Hueytlatoani surgido del sur profundo de México para garantizar el renacimiento de los meros pobres del país, a quienes ama.

Muchos mexicanos ven a López Obrador como una desgracia para México; otros lo consideran el redentor de la patria.

¿Usted de qué lado está? Una interrogante más: ¿Sirve esto al país? Yo tengo mis dudas.

Roberto Cienfuegos J.

@RoCienfuegos1