“me han estremecido un montón de mujeres, mujeres de fuego, mujeres de nieve”
Silvio Rodriguez.
El pasado lunes 25 fue el primer día naranja del año, día simbólico que significa el día de lucha contra la violencia a las mujeres.
En México la lucha se ha mantenido sin descanso desde hace décadas, una lucha que diario cuesta vidas, lacera cuerpos, humilla dignidades, somete voluntades, destroza la seguridad de sus víctimas.
Es una lucha desigual, muchos hombres e instituciones cierran filas para que la justicia no llegue, para que la madre soltera sea acosada, para que los hijos abandonados no reciban la pensión alimenticia a la que tienen derecho, para que las estudiantes cedan a las imposiciones de los académicos, para que las jugadoras profesionales de fútbol reciban pagos miserables mientras la liga varonil paga millonadas a jugadores mediocres, golpeadores y machistas.
Es una lucha que genera impotencia cuando nos enteramos que Fátima, una niña de siete años es violentada y el tiempo genera olvido; cuando somos testigos mudos por qué María Elena Ríos, saxofonista oaxaqueña, es rociada con ácido por órdenes de un político que por ser miembro del sistema se siente protegido, poderoso, lo suficientemente impune para decidir dañar una vida sin consecuencias. Cuando vemos con lágrimas de rabia como asesinan a Maricela Escobar, frente al edificio del gobierno del estado de Chihuahua, su delito: exigir justicia para su hija brutalmente asesinada.
Esa marcha de madres sin sus hijas, de hombres sin esposas, de huérfanos sin su madre, esa caminata de dolor, coraje, consternación por cada mujer desaparecida, asesinada, torturada, mutilada, secuestrada, explotada, esclavizada, humillada debe terminar, debe acabar.
Somos ciegos ante un mundo de maltrato, violencia familiar, de pareja, psicológica, sexual, emocional, feminicidios que se cometen frente a nuestros rostros, en nuestros entornos.
El principal espacio, en donde estamos perdiendo, es en el ámbito familiar, en los hogares; nos dicen hasta el hartazgo que la pandemia ha exacerbado la violencia en los lugares que se supone deberían ser los más seguros para ellas, para todas. Y el gobierno inicia con la danza de los números, cifras que generan impotencia, indignación, vergüenza.
Estamos perdiendo y las estamos matando con nuestra indiferencia.
Cada día 25 de cada mes debe ser de una lucha tan intensa como inteligente, al grado de que llegue el momento en que Celebremos la vida, la paz, la armonía, el respeto, la felicidad de las ancianas, mujeres adultas, señoritas, adolescentes y niñas.
Debemos organizarnos, ser esforzados y valientes para detener esta actividad delictiva que a todos nos está matando.
Debemos exigir a cada autoridad de nuestra alcaldía, a cada policía preventivo, de investigación, a cada ministerio público, juez, magistrado, gobernador, Secretarios de gobierno Seguridad de las treinta y dos entidades; a la Secretaria de Gobernación, de Seguridad Ciudadana, al Fiscal General de la República, al Secretario de la Defensa Nacional, al Secretario de Marina, al Presidente de la República a que se comprometan con acciones eficaces y en un plazo razonable a disminuir de una vez por todas con la injusticia que se comete, de todo tipo, contra cualquier mujer, en cualquier parte del territorio nacional y que se revuelva.
Quiero vivir en una comunidad que se reconcilie, que se reconozca, en el que mi esposa, mi hermana, mis hijas, mis sobrinas, mis tías, mis primas, la multitud de mis amigas caminen seguras y en paz.
Seamos solidarios y hagámoslo en serio.
Al terminar estas líneas me entero que la cónsul en Estambul, Isabel Arvide, está enojada con la Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero por la forma plural, inteligente y pacifista de llevar las conferencias matutinas. Lo lamento porque Isabel debería saber lo que significa que una mujer se dirija a la nación pero me da mucha esperanza reconocer que Olga, mañana demostrará el temple, la mesura y la valentía que explican su presencia.
Edgar Mereles Ortiz.
Consultor político y de comunicación social.
Ex Director del Instituto Nacional de Capacitación y Desarrollo Político de la CDMX.