UNA CRÍTICA OPERATIVA DEL RETO DE PEMEX

catedraticos

A mediados de diciembre de 2013 la reforma energética fue declarada constitucional por parte del Poder Legislativo Federal; dos días después, dicha reforma fue promulgada por el Presidente Peña Nieto el 20 de diciembre de 2013 y publicada al día siguiente en el Diario Oficial de la Federación. Entrar en el detalle de la misma no es el objetivo de este ensayo, pero los

elementos principales abarcan desde la eliminación de partes del artículo 27 constitucional, en la cual la restricción incorporada en 1960, que impide la utilización de contratos para la extracción de hidrocarburos del subsuelo fue cambiada.

En este sentido, el propósito de este ensayo es realizar una crítica constructiva desde un ángulo operativo de la transnacional mexicana que quizás está viviendo uno de los más grandes cambios de su historia. Pemex afrontará por primera vez una competencia directa, ya que el sector energético será abierto a las empresas privada que seguramente traerá a las grandes transnacionales de la industria del petróleo. Empresas del sector petrolero que por años han demostrado en sus operaciones una eficiencia referenciada en el eje mundial. Nuestra empresa pública petrolera tendrá que redoblar esfuerzos serios por mejorar su operación que durante años ha estado aletargada por procesos poco eficientes, burocracia excesiva, estructuras organizacionales extremadamente verticales, así como, un sindicato poco orientado a agregar valor, perjudicando el trabajo de los trabajadores clasificados en este rubro.

Desde la perspectiva del autor que trabajó alrededor de 8 años para la paraestatal, el verdadero reto que presenta Pemex ante esta reforma energética es la mejora operativa de sus procesos y la eficiencia de su gestión. Sabemos que las críticas de la reforma energética se han centrado en la figura de los contratos de utilidad compartida, y posiblemente bajo la óptica de la izquierda mexicana de la soberanía de los hidrocarburos mexicanos. Pero pocos analistas han criticado la esfera operativa de Pemex que tendrá que mejorar para enfrentar este nuevo reto.

Por lo tanto, quiero cerrar este ensayo indicando que la reforma energética puede ser el detonador para que Pemex comience a visualizarle como una verdadera empresa que busque la eficiencia operativa y la generación de valor de todos sus actores de interés (stakeholders), entre los que se encuentran los directivos, los empleados, el sindicato, los propios ciudadanos e incluso la sociedad mexicana.  Reto nada sencillo, ya que han sido años que se ha abandonado esta óptica de Pemex, quizás por considerarse como un tema menor. Sin duda, que es el momento de hacerlo, el futuro nos alcanzó en el tema energético, es el momento para Pemex y para México de empezar con la mejora continua de sus operaciones.