Como sabemos, el próximo año comienza el proceso electoral 2023-2024, donde se elegirá a la persona que sustituirá
a Andrés Manuel López Obrador como Presidente de la República.
Aunque muchos dirán o considerarán que esta nota es demasiada temprana para hablar sobre la sucesión presidencial; yo creo, que hay suficientes temas que se deben considerar en este momento que pueden y van a incidir, trastocar e influir de manera directa en ese proceso electoral; en el cual, se decidirá quien será el siguiente en sentarse en la silla presidencial.
En el primer punto que hay que centrarnos son en los mensajes confusos, simulados y engañosos de los supuestos destapes de quien podría ser la o el candidato presidencial, que en apariencia será apoyado por el actual Presidente de la República. Aunque tal pareciere que él o la verdadera candidata que al final apoyará el Presidente de la República sigue y seguirá guardada hasta el próximo año cuando comienza de manera oficial el proceso electoral.
Tal pareciera que en estos momentos se está creando una cortina de humo con los supuestos candidatos, convirtiéndolos en un distractor para cubrir las verdaderas intenciones presidenciales; sin dejar a un lado el desgaste innecesario de los presentes candidatos.
Desde un enfoque político e internacional, estar nombrando a la ligera candidatas y candidatos a la Presidencia de la República genera incertidumbre en la administración pública federal, obviando los conflictos internos dentro del grupo político y del mismo partido político.
Está, por demás decir, que pareciera un juego aún más perverso que el que aplicaban los neoliberales, como se les conoce ahora al Partido de la Revolución Institucional y Partido Acción Nacional, cuando menos ellos manejan el dedazo para una persona en particular, no como sucede ahora.
Aunque muchos lo descartan, que muchas veces ese ha sido el gran problema de la actualidad, hay quienes creen que aún se espera una reforma a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, donde se le permitirá al actual Presidente de la República reelegirse para el 2024.
Hay que recordar, que nuestra Constitución ya prevé la reelección para los cargos de elección popular, como lo son: Diputados y Senadores.
Solo para no olvidar los antecedentes de nuestra historia, fue precisamente la reelección uno de los puntos que detonaron la revolución mexicana en tiempos de Porfirio Díaz, quien gobernó el país por más de 30 años, gracias a la reelección.
Aunque en aquellos tiempos podríamos analizar algunos beneficios para la nación, ahora no están muy claros cuáles podrían ser los beneficios ni para el presente ni para el futuro.
Con motivo de la Revolución Mexicana, Francisco I Madero en su documento conocido como “Plan de San Luis” proclamó: “Sufragio Efectivo No Reelección”.
En el Plan de San Luis, se proclamaba que había que tomar las armas, ya que “… La tiranía que oprime a México no tiene por base el derecho, sino la fuerza, no tiene por objeto el engrandecimiento y prosperidad de la Patria, sino enriquecer a un pequeño grupo” y que “Tanto el Poder Legislativo como el Judicial, están completamente supeditados al Ejecutivo, la división de Poderes, la soberanía de los estados, la libertad de los Ayuntamientos, y los derechos del ciudadano solo existen escritos en la Carta Magna”.
Madero convocó al país a levantarse contra el porfiriato y establecer elecciones libres. En dicho manifiesto podía leerse la frase, repetida como un principio político: “Sufragio Efectivo. No Reelección”.
Aunque de una manera más preocupante podríamos decir que en nuestra actualidad, la reelección no sería el único factor determinante o preocupante para la elección de la sucesión presidencial en México.
El aumento de la violencia política, la delincuencia ordinaria y organizada en todo el país; sin dejar a un lado que la política, la corrupción y la delincuencia organizada ya trabajan de la mano. Así que no se ve un futuro tan prometedor para este próximo proceso electoral, a menos claro que la sociedad mexicana se vaya informando desde ahorita de todo lo que puede ganar o perder por una mala o buena decisión electoral en el 2024.