Las deficiencias de una vida cortesana región 4

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Las “cortes” y sus placeres, su vida y recurrencia en la historia de la humanidad, las hacen ver como prácticas sociales comunes, naturales dentro del contexto de una sociedad moderna, en donde un grupo social determinado se reúne en torno de quienes ejercen el poder del gobierno. Así, en las monarquías, las cortes estaban formadas por “los nobles” de la época. Gente que era “agraciada” con una cartera pública ordenada por el monarca, se mudaban a palacio para poder servir a “Su Majestad” en las encomiendas que les confería. Así los encargados de las encomiendas del Estado, vivían en torno al monarca y a sus designios. Sus familias también interactuaban entre sí y todos, absolutamente, buscaban ser agraciados con el visto bueno del “jefe de la casa” o de su familia.

Las cortes tenían otra peculiaridad: su vida se tejía en torno de la conspiración, la intriga, la traición y el chisme. Todo para mover las piezas y ocupar los lugares de privilegio y afecto de los monarcas y así, los cortesanos, crecían en poder e influencia; misma que usaban no sólo para enriquecerse, sino para aniquilar a sus enemigos políticos, para promover las alianzas familiares e incrementar las tierras.

De este modo se inició una praxis que perdura hasta nuestros días. Hoy las cortes reales han sido sustituidas por clases políticas, que coinciden con las cortes en la presunción de las carteras públicas, en la permanente búsqueda de la gracia y afecto del jefe del Estado y de Gobierno, y que –por desgracia– también son percibidas por la sociedad como improductivas y ajenas a la realidad de la sociedad a la que dicen servir.

Esa cercanía que los nuevos cortesanos tienen hacia con los responsables de las cuestiones de Estado de un país, –al igual que en las épocas monárquicas– les permite volverse en consejeros y asesores. Los consejos que brindan no siempre están dotados de información o conocimiento y –peor aún– están revestidos de intereses mezquinos y egoístas, que obtienen privilegios a costa de la gobernanza y las finanzas públicas.

Así los gobernantes se vuelven víctimas de sus cortes y de sus ambiciones. Reciben consejos que, disfrazados de bienestar y mejoría para la sociedad, se insertan en su razón y se vuelven realidades que benefician a pocos y afectan a muchos. Por ello, es labor de quienes detentan el poder público deshacerse de las rémoras, para poder enfocarse en cumplir las promesas de bienestar que los llevaron a ostentar el poder público.

@AndresAguileraM