Empezamos el año 2021 con un recordatorio inevitable de que, pese a la pandemia ya las condiciones de salud pública, los problemas preexistentes siguen latentes en nuestra sociedad y cada vez se tornan más lastimosos. El crimen, la pobreza, el hambre y la violencia siguen azotando a muchas personas a lo largo y ancho del orbe y, en particular, en nuestro México.
Tristemente, nos hemos acostumbrado al crecimiento desmedido de homicidios dolosos que se reporta a diario por el Sistema Nacional de Seguridad Pública. Así, completamente insensibilizados, leemos y dejamos pasar, ya sin mayor indignación, el creciente número de asesinatos que ocurren en el país. Del mismo modo, podemos percatarnos de territorios y entidades federativas que, con ellas, son cubiertas por un indignante manto de sangre que —pareciera— nadie está dispuesto a detener.
Uno de esos episodios tristemente célebres ha sido, de forma reiterada, el incremento exponencial de la violencia contra las mujeres en el territorio nacional. De conformidad con la Oficina de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, en México la violencia, a diario, termina con la vida de 10 mujeres. Aunado a esto, esta oficina de la ONU también precisa que, en nuestro país, por lo menos dos millones de mujeres han sufrido, en algún momento de su vida, a algún tipo de intimidación, hostigamiento, acoso o abuso sexual. Estudios previos, precisan que, en el año 2018, 40 mil 303 mujeres sufrieron de una violación sexual, y eso sin contar las innumerables desapariciones de mujeres que ocurrieron, presumiblemente, como consecuencia de violencias sufridas y no denunciadas, o bien de privaciones ilegales de libertad con fines de tráfico sexual.
Pese a lo dramático de estos datos, lo estruendoso de las protestas de cientos de miles de mujeres del año pasado y el incremento exponencial de las cifras de violencia, desgraciadamente pareciera que el gobierno ha determinado mantenerse ausente de la atención de este funesto mal. No ha habido más que llamamientos aislados de políticos que, más que tratar de buscar u operar el inicio de una solución eficaz, utilizan los foros como medios de lucimiento de una convicción progresista que no se refleja ni en su desempeño como funcionarios públicos ni, mucho menos, en sus resultados.
Muy lejos de ello, hoy la realidad de cientos de miles de mujeres no ha cambiado, por el contrario, la violencia que las aqueja va en aumento y, lo más triste, sin posibilidad de que alguien les brinde una atención verdadera e integral. Pero no sólo eso: hoy grupos y partidos en la búsqueda del poder, en actos insensibles y carentes de razón o lógica, postulan a puestos de elección popular a personas que, de forma reiterada e, incluso, hasta cínica, han sido señalados por realizar estas conductas grotescas y barbáricas, en contra de varias mujeres que, en su dicho, su voz ha sido acallada por las instituciones gubernamentales que debieran protegerlas en su vida e integridad.
Nuevamente, se hace un llamado a la sensibilidad ya la cordura. Tenemos que desterrar la impunidad cómplice que hace que esta conducta perniciosa subsista.
@AndresAguileraM.