La posible crisis de gobernabilidad que viene  

Como lo he venido comentando en colaboraciones anteriores, la situación del país se ha tornado crítica a las condiciones prevalecientes debido a las medidas de atención a la pandemia por el COVID-19. La dinámica social, los problemas económicos y, en general, las transformaciones obligadas de la dinámica social traen consigo otras problemáticas consecuencias aún resultan imprevisibles.
Unas de ellas son, precisamente, el control y manejo de las condiciones de gobernabilidad prevalecientes en el país, sin que acepten tregua o se desaparezcan como concesión graciosa para abrirle paso a la emergencia sanitaria. 
 
Las actividades de gobierno, como son la seguridad, inteligencia, investigación, operación, concertación y atención a demandas ciudadanas no han parado; por el contrario, presumo que se deben haber agudizado al tiempo que su complejidad y la resolución de conflictos inminentes aumentaron pues, aunque la dinámica social ordinaria detuvo considerablemente su marcha, la conflictiva predominante siguió y los orígenes, causas y promociones se mantuvieron latentes y avanzando de forma por demás vertiginosa.
 
Es importante reiterar que el estancamiento económico provocado, en gran medida, por la disminución evidente en la movilidad social en general, es un factor que incide en la actividad gubernamental primaria de forma considerable ya que, repercute necesariamente en los aspectos de seguridad y de gobierno , ya que impacta directamente en las condiciones y detonantes de inestabilidad. Es importante recalcar que una crisis sanitaria como la que actualmente vivimos ha traído consigo muchas y evidentes situaciones de consecuencias aún resultan imprevisibles y que, en un momento dado, pueden desembocar en conflictos sociales, lo que evidentemente es actividad prioritaria del gobierno.
 
Desgraciadamente las cuestiones relativas a gobernabilidad, gobernanza y manejo de fenómenos socio organizativos que perturban —o pueden perturbar— la normalidad social, imperan discreción y un manejo sigiloso de la información que le es relacionada, lo que implica que la mayor parte de las acciones gubernamentales relacionadas con estas cuestiones mar limitada y sesgada; sin embargo, lo que llega a compartir el gobierno, así como los trascendidos y la junta de información, pintan escenarios que nos debieran preocupar. 
 
Me explico: si las finanzas públicas tienen limitados los recursos públicos, al tiempo que tiene sumamente acotado su manejo discrecional, nos obliga a suponer que estas actividades vieron reducido su gasto de forma considerable, lo que se traduce en una merma a la capacidad de maniobra gubernamental y consecuentemente, a la reducción. Aunado a ello, la nueva política pública de privilegiar la honestidad sobre la profesionalización hace suponer que las estructuras civiles operativas se vieron sustituidas por otras, quizá, menos especializadas, junto con las limitantes de movilidad física que se tienen producto de la pandemia nos ponen en un escenario preocupante.
 
Gobernar es esencial para la vida social. De ser el caso que esta serie de especulaciones y conjeturas sean ciertas, es muy factible que se estemos en la antesala de una crisis gubernamental de consecuencias catastróficas para la República. Hago votos porque esta situación es solo una visión pesimista producto de la inmovilidad y el encierro.
 
@AndresAguileraM