La mezquindad del electorerismo

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En estas últimas semanas hemos sido testigos de una de las más profundas crisis internas por las que ha atravesado el Partido Acción Nacional. Efectivamente, como lo comentamos la semana pasada, las características primordiales de este partido habían sido la disciplina y la discreción en aras de mantener la unidad que les daba cohesión como opción política y distinción entre los diversos institutos. Indudablemente el PAN habrá de ser pieza clave no sólo para concretar la transición democrática, sino para garantizar una sana gobernabilidad en el país.

 

En efecto, el PAN como oposición debe ser una instancia contestataria y opositora a toda aquella acción del gobierno que consideren contraria a sus principios y al bien público; es, por antonomasia, quienes habrán de fiscalizar –políticamente hablando– al régimen que les es opuesto, tanto a sus principios como a su ideología. Dentro de sus principios se encuentra establecido el “bien común” como finalidad última, tanto de sus acciones como las que desempeñe el gobierno, lo que dicho de otro modo, habrán de apoyar todas aquellas acciones que tiendan a conseguir este fin, siempre y cuando coincidan con aquellos principios y postulados que les dan sustento como partido político.

 

Ciertamente, la lógica habría de imponerse y todo aquel acuerdo que se logre para conseguir un bien público o “bien común”, basado en los principios que sirven de cimiento para su actuar, habrá de ser apoyado por este instituto político. Así, el “Pacto por México” tendría que ser uno de los más grandes avances democráticos de la época moderna del país, ya que sería una instancia que suma coincidencias para brindar bienestar y desarrollo a la Nación. Sin embargo, hoy el “Pacto por México” se encuentra en riesgo por la mezquindad electoral, que se hace más visible con motivo del conflicto político al interior del PAN pues una de las principales discordias es, precisamente, la suscripción y presunta “sumisión” del líder nacional del PAN a los intereses políticos del gobierno y del Presidente Enrique Peña Nieto.

 

Precisamente, esa es la bandera de quien hasta hace una semana coordinara a los Senadores albiazules, Ernesto Cordero, quien ha afirmado que “el ‘Pacto’ no rige en el Congreso” y, por ende, sus acuerdos no obligan a los legisladores. En esta lógica, este dicho del legislador se entiende como “no a los beneficios que se puedan acordar y sí a la oposición estéril en pos del beneficio electoral.” ¿Será la lógica y el bien público los que se impondrán, o la mezquindad electorera la que predominará? Al tiempo.

 

@AndresAguileraM