Opinión

La incapacidad para reconocer la propia falibilidad, de establecer con el interlocutor un diálogo abierto y receptivo, de acercarnos a la verdad mediante el debate racional y la disertación objetiva, es a menudo la fórmula de la  ignorancia, el estigma de la inepcia, la inconfundible huella del conformismo y la mediocridad. El simplismo es al ignaro lo que la luz a la inteligencia.

A finales del año pasado, en el mercado editorial apareció un novedoso texto cuyo título, El malestar social en la transmodernidad. Estructura y acción social en la sociedad de la incertidumbre (editorial Bonilla Artigas, 2020), llama la atención por las palabras con las que se anuncia: ¿malestar social? ¿transmodernidad? ¿sociedad de la incertidumbre?

Desde luego que este país ha cambiado, y ha cambiado mucho, pero como señalan algunos especialistas, ha cambiado para mal. Y no se trata de denostar las decisiones de quien por ahora detenta el poder presidencial, sino de establecer un antes y un después que le está corroyendo el alma a

La cita común refiere que la derrota es huérfana pero el triunfo tiene muchos padres. Ese es el escenario post parto electoral que ocurre en Morena, con el agrio condimento de la perversidad y la malquerencia.

El “ayotzinapa" de la “cuatro-te” se las cobró duro, nada de que fue una campaña de la derecha, los medios de comunicación no realizamos ni la obra de la línea 12, ni firmamos sospechosos contratos para el arrendamiento de trenes que no debían ser para dicha “línea dorada”, los periodistas no “arropamos" a la polémica directora del metro Florencia Serranía.