Opinión

No sé qué hubiese escrito Octavio Paz sobre estos tiempos de dolor e incertidumbre, cito a el premio Nobel por su infinita capacidad para definir el ser nacional, con esa mirada aguda para desnudar a la piel del mexicano, desde el parto mismo hasta el llanto de la muerte y la confianza de que nadie se va de aquí, solo transita al Mictlán.

 Hace algunos meses escribimos varias notas sobre las diferencias que se venían profundizando entre las clase media y la dirigencia de AMLO, actividades, proyectos y programas no convencían a los miembros de la clase media que sentían que se les marginaba y golpeaba, que se atentaba en su contra porque al final de cuentas las definiciones de políticas y desarrollo deberían enfocarse a las clases populares, a los más pobres y así, comenzar a dar auxilio a los millones de marginados y explotados, desocupados que por años han sido dejados a la “buena de Dios” IGUAL QUE A LOS CLASEMEDIEROS.

No sé si amlo y Ebrard han pecado de ingenuos o se los comió el tiburón del norte. Aquí en nuestro suelo ambos, amlo y Ebrard, ha festejado a grito abierto sus triunfos “diplomáticos” con Trump.

Confieso que cada vez comprendo menos a éste, mi país cada vez más delirante. Vea usted algunos motivos, causas o razones, estas últimas incomprensibles de manera creciente y aun remotamente alejadas de la realidad nacional, plagada de problemas esos sí urgentes que cobran vidas y/o socavan la sobrevivencia de millones de compatriotas ya sea por la galopante crisis de seguridad ciudadana o la precariedad económica, y los despropósitos políticos cuando se perfila una disputa electoral mayor que se peleará en 2021 a dentelladas.

Tiempos de la 4T. Lo que ocurre y se aplica a pie juntillas en el país, es consecuencia elemental del dictado del Evangelio según San Andrés Manuel, cuyas epístolas registran puntualmente en las mañanas los enviados de la prensa conservadora y la oficiosa, la primera que aguanta a pie firme la retahíla de descalificaciones e injurias y la segunda que aplaude y sonríe cómplice con la sinrazón voluntarista del prócer investido mesías por cuenta propia.