Opinión

picotazo politico

La ciudad se encuentra en una lenta recuperación hacia la normalidad, son algunas zonas, a cuenta gotas, pero poco a poco se asoma la columna vertebral de lo cotidiano, claro, aún no pisamos el drama de los números finales, todo huele a fresco, las calles son un corredor de temores, hay miedo, lo tendremos que superar.

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Sin lugar a dudas Juan Villoro es una de las grandes figuras que tiene las letras de este siglo, y lo mejor de ello es que es mexicano. También hace periodismo, y es bastante crítico, asertivo y analítico. Para decirlo mejor, forma parte de ese tesoro que este México tan nuestro no ha sabido aquilatar y que ha desperdiciado porque bien podría encabezar un esfuerzo entre los pensadores para otorgarle un rumbo ideológico distinto al país, y más acorde a los tiempos que vivimos.

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Este artículo, en realidad, lo estoy escribiendo el sábado 23 de septiembre. Estaba consultando la información en la computadora cuando empezó a sonar la alarma sísmica, me levanté a despertar a mi hijo y a tomar llaves y bajar lo más rápido posible los cuatro pisos cargando la andadera, cada grada se me hacía interminable y el tiempo me parecía cada vez más justo. Al salir, mi hijo, estaba en la calle esperándome con la preocupación en el rostro, sin zapatos y temblando por el frío, de inmediato recibía la llamada de mi esposa que desde Oaxaca preguntaba cómo estábamos y sabía que ellas estaban bien.

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En el 2011 Japón recibió un golpe de 9 grados, una bestialidad de terremoto, Fukushima le dio la vuelta al mundo por las imágenes de las olas de 5 metros tragándose todo, la crisis nuclear, y Japón salió adelante... pero tuvieron que lidiar no sólo con el terror de un sismo de esa magnitud sino con el síndrome del estrés postraumático, un golpe que llevó al suicidio a muchos, que generó que miles de japoneses que no estuvieron ni remotamente cerca al sitio de desastre se vieran envueltos en caídas depresivas, enfermedades emocionales, en angustia y en un repetitivo miedo a que en cualquier momento se diese otro impacto...

         Me encontraba en el departamento de Patriotismo y acababa de recibir la llamada de un amigo que me vendría a visitar diciéndome que estaba cerca. Antes, terminé de lavar unos trastes sucios y pretendía hacer la comida para mi hijo, mi amigo y yo, pero como siempre, antes de los temblores me invadió una enorme fatiga como me sucede cuando se darán  acontecimientos difíciles en mi vida y me recosté en un sillón, y ya no hice nada, me volvió a llamar mi amigo diciendo que estaba ya cerca del departamento y me levanté y me puse a consultar unos datos en la computadora, y poco después de la una de la tarde el temblor, brutal, inesperado, trágico, violento y me paré tomando la andadera que uso desde que me lastimé el tendón de Aquiles y los problemas de la

SINGLADURA

Es casi, casi seguro que suene un tanto cínico, indolente o nada sensible en estos momentos de emergencia nacional por los devastadores terremotos de septiembre, decir que también esto pasará. Aún las secuelas de los devastadores movimientos telúricos habrán de pasar, aunque en el recuerdo de muchos, si no de todos, persistirán las heridas, las muertes y las pérdidas. Pero por un tiempo, quizá largo, seguirán allí lacerando, perturbando, inquietando las mentes y los corazones de quienes perdieron todo en segundos, incluso las vidas de muchos seres queridos. Pero al final, un día, todo será mitigado, evaluado y resumido en su justa medida y dimensión.