El problema de los migrantes no es nuevo, tampoco la actuación de países que les cierran el paso ni la relatoría de medios que reprueban el trato que se les da a quienes buscan oportunidades de trabajo, bienestar y seguridad fuera de su patria, para ellos y sus familias.
Lo más fácil es reprobar a las autoridades que los persiguen, reprimen, detienen y deportan, en ocasiones con evidente exceso de fuerza que raya en la violación de los derechos humanos.
Sin embargo, poco o nada se comenta de las naciones expulsoras, donde está la raíz del problema, las que no logran generar suficientes empleos justamente remunerados y tienen altos niveles de pobreza. Peor los casos en los que persiguen y hasta matan a quienes disienten de sus autoridades.
Gobiernos que guardan silencio ante la migración, como si no tuvieran ninguna culpa. Callan y dejan que otros se encarguen de atender el problema como si fuera propio.
Si esos migrantes tuvieran trabajo, seguridad y garantizada forma honesta de vivir, no tendrían necesidad de arriesgar su vida. Se quedarían en sus casas y serían más felices.
El punto crítico es que las condiciones son adversas y no les dejan otra alternativa que emigrar.
De cualquier manera, ya es tiempo de que el análisis que se hace del problema, se enfoque a naciones expulsoras, a sus gobiernos, para que hagan más por retener a los suyos con mejores condiciones de vida.
Cerrar fronteras y deportar migrantes no ha sido ni será la solución, cuando lo que quieren es una vida digna, de preferencia en su país.
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@zarateaz1
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