Ni duda cabe que Alejandro Moreno Cárdenas aprendió de sus maestros y los ha superado.
Está convertido en un experto de los enjuagues políticos y hasta ahora ha tenido éxito en todas sus batallas, una a una las ha ido ganando, cada vez más pertrechado en su partido tricolor.
No ha sido casual, es resultado de sus habilidades negociadoras para sentarse en la mesa con sus seguidores, aliados y adversarios.
¿Qué no sentó en la misma mesa a los que lo impugnaban y le exigieron que concluyera su periodo y se fuera de la dirigencia nacional, antes de las elecciones de junio pasado?
Querían desactivarlo no solo para la competencia presidencial sino también para la elección de candidatos y candidatas de todos los niveles.
¿Y qué sucedió?
Alito fue quien anunció el nombre de la ganadora del proceso que realizó la oposición para seleccionar a su candidata presidencial, sin importarle hacerlo de manera anticipada.
Operó con rapidez para que nadie objetara la decisión y pronto llamó a Beatriz Paredes para evitar fisuras. Beatriz había logrado posicionarse y con un discurso superior al de Xóchitl Gálvez.
Después Moreno Cárdenas seleccionó a los candidatos y candidatas de su partido y se ubicó en el primer lugar de las listas plurinominales para el Senado. Ya es senador.
Siguió con la modificación de los estatutos para prolongar su mandato o reelegirse como dirigente.
El tribunal electoral reconoció la validez de la reforma estatutaria.
Alito volvió a ganar.
Arturo Zárate Vite
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