PICOTAZO JUEVES 16 ABRIL 2020

Son de otro planeta, no sé que los mueve, pero son almas buenas, son de raíces solidarias, se entregan,

 se comprometen. Se alimentan de abrazos y de palmaditas, duermen poco, en alguna parte traen la batería, de esas, que no se descargan, llenos de café y algo rápido que comer son incapaces de detener sus cuerpos en un repetitivo ir y venir, los vemos a todas horas, son locos que salvan a otros, con tintes irracionales, fieles al cumplimiento del deber, sea de azul o blanco, con una cruz en brazo o un silbato en la boca.

En días normales los vemos como parte del paisaje, estatuas en un crucero o arriba de una ambulancia, en un pasillo de urgencias.¿Cuántas veces los hemos calificado de abusivos por verlos de azul o de negligentes si los observamos de bata blanca?.

Ahora son nuestros héroes. Ahora son los que no abandonan la trinchera, los que hacen que la rueda de la salud o de la seguridad no sea una frágil pintura.

Los ciudadanos damos por hecho el que ellos deban estar ahí, y de alguna manera es así, solo que en esta feria de las desgracias es necesario mirar con sentido humanista a esos hombres y mujeres mexicanos que hoy por hoy libran una dura batalla.

Miro a los policías en el crucero, en sus patrullas, vamos, en la calle, montados en una cuenta regresiva de posible contagio. En donde el quedarse en casa no es para ellos, pero ahí están, nuevamente en el cumplimiento de el deber.

Sobra decir que en la línea de las emociones todas las ganan los médicos, doctoras, enfermeras, paramédicos, personal de limpieza de los hospitales, hoy, convertidos en la zona cero de esta guerra, conectados solo a la respiración que provee la siguiente bocanada de energía para no caerse de rodillas, ausentes de los cuidados familiares, de esos abrazos que se van acumulando y que en algún momento les darán por montones. Padres, hijos, esposas, abuelos, hermanos.

Toda esta primera linea de batalla que no duerme, que parecen caerse a pedazos y que terminan juntando sus piezas para dar la siguiente pelea.

Los mexicanos nos enamoramos de la heroicidad espontánea o de la fuerza de voluntad de muchos que saben ser hermanos desconocidos, tenemos huella tras ser de esas razas que reciben de la naturaleza terremotos o inundaciones, y ahora, combatientes en contra de un enemigo que no se puede ver.

Pero ahí están ellos, estos nuevos seres enfundados en el mas alto ejemplo del ser mexicanos. Bravo por ellos, aplausos para ellos, nuestro cariño eterno, y sí, les debemos muchos abrazos, muchos reconocimientos, pero sin duda, ellos merecen todo nuestro respeto.