El poder manipulativo de López Obrador

La vida en sociedad y la expresión de las libertades individuales, resultan imposibles en el marco de la anarquía. El poder como garante de las libertades, ejercido desde la transparencia y la legitimidad, apegado a códigos éticos y al imperio de la ley, open a la deliberación ya la crítica, ajeno a la coerción,

  apegado a la argumentación ya la persuasión racional, atento al bienestar comunitario ya los principios básicos de reciprocidad entre gobernantes y gobernados, favorece el consenso, promueve el avance y fortalece la cohesión de los actores sociales alrededor de las mejores decisiones. Este clase de poder, enraizado en el liberalismo de corte democrático, que pondera y propugna la igualdad ante la ley, el fortalecimiento de las instituciones, el orden constitucional, el derecho a la libre expresión, al debido proceso, a la libertad de prensa ya la propiedad privada, favorece el pluralismo y la tolerancia, y ha sido el rasgo más sobresaliente de las democracias desarrolladas, que en el terreno de los paradigmas encabeza la primer ministro de Alemania Angela Merkel. En contraposición, ha surgido desde diversos puntos del espectro político derecha-izquierda, una forma particular de poder y de narrativa política, sin más propósito que el de la autoperpetuación y el logro de la hegemonía política mediante la manipulación, la dominación y el control de las masas, que amenaza las libertades y la supervivencia de la democracia. Esta forma de poder coercitivo y perverso, ha salpicado la geografía latinoamericana y ha encontrado numerosos exponentes como Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, Daniel Ortega en Nicaragua y, por supuesto, Andrés Manuel López Obrador en México. la dominación y el control de las masas, que amenaza las libertades y la supervivencia de la democracia. Esta forma de poder coercitivo y perverso, ha salpicado la geografía latinoamericana y ha encontrado numerosos exponentes como Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, Daniel Ortega en Nicaragua y, por supuesto, Andrés Manuel López Obrador en México. la dominación y el control de las masas, que amenaza las libertades y la supervivencia de la democracia. Esta forma de poder coercitivo y perverso, ha salpicado la geografía latinoamericana y ha encontrado numerosos exponentes como Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, Daniel Ortega en Nicaragua y, por supuesto, Andrés Manuel López Obrador en México.

Se trata en realidad de un poder Maquiavélico, pues asume que el fin justifica los medios, por lo que se muestra inescrupuloso, atropellando sin reparos los preceptos de la ética o dinamitando a conveniencia los diques de la legalidad. Tal forma de entender el poder, explica en México la cancelación de importantes proyectos como el aeropuerto de Texcoco o la cervecera Constellation Brands, en atención a un supuesto "mandato popular", que sirve en realidad de telón a los verdaderos motivos y fines de la acción. La decisión no es del pueblo; se impone desde las cúpulas del poder a través de una coerción mental sobre la masa, que apela a una dimensión instintiva e inconsciente de la mente colectiva, que acicatea odios y viejos rencores de corte clasista, para inclinar la balanza en el sentido pretendido, para que ocurra ese acto deseado que en el imaginario popular, consumará la venganza por el rezago social. De ahí la necesidad de alimentar el encono, de hurgar en el pasado, de resaltar a toda costa las diferencias de clase, de fomentar la división, o de encontrar a los "responsables" de la desgracia popular; un juego manipulativo simple y tendencioso. Cabe destacar que en este engaño malicioso, el pueblo está excluido de las decisiones trascendentales, aunque se le haga creer que dirige la orquesta. Ni siquiera en la consulta popular ejerce su capacidad de análisis racional, pues emite su opinión en un estado mental de alineación. ¿Qué respuesta, por ejemplo, cabría esperar en una consulta sobre un eventual juicio a los ex-presidentes de México tras la repetitiva perorata presidencial que los presenta como " mientras los subterfugios de la manipulación impulsan la agenda en turno. Así, en medio de la peor crisis económica de todos los tiempos, enlutado por la pandemia, desempleado y empobrecido, en medio de la inseguridad, la violencia de género y el flagelo del crimen organizado, el pueblo atiende a una rifa insulsa, o supone que ha llegado al fin la anhelada justicia ante los dichos de un delincuente de apellido Lozoya, que enlodaría sin recato a la Madre Teresa de Calcuta a cambio de su libertad. 

No cabe duda alguna, enfrentamos a un hábil prestidigitador, que intenta mantener invisibles los hilos de la manipulación; de ahí que todo intento de desciframiento, toda crítica o todo intento de análisis racional sea automáticamente descalificado, de ahí la intolerancia, los ataques reiterados a la prensa, las descalificaciones de la ciencia o de la intelectualidad, Serán combatidos bajo el mismo esquema, agregándolos a las filas de los "enemigos del pueblo", a las élites rapaces ", a los" depredadores del bienestar ". No extraña pues la división y el encono, la polarización y el enfrentamiento, la imposibilidad de conseguir los acuerdos de unidad. Debemos estar prevenidos, el poder manipulativo amenaza la vida democrática y presagia la escisión y el combate entre mexicanos. 
 
Dr.
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