La amenaza es el recurso de los espíritus rudimentarios, el estigma inconfundible de la "impotencia" intelectual, la señal inequívoca de la pobreza argumentativa; en el amago o la conminación se esconde la cobardía, se camufla la ineptitud o se disfraza la ignorancia. Estigma de la
animalidad y de la sinrazón humana, recurso coercitivo de las almas pusilánimes. Toda intimidación alberga su miseria, pero las amenazas proferidas al amparo del poder, apuntaladas por la coerción o la impulsividad irracional de una masa adoctrinada, son el summum de la mezquindad, la apoteosis de la ruindad, el culmen de la bajeza. La vileza de sus propósitos y la rusticidad de sus declaraciones, aderezadas con la misma impulsividad del criminal o el violador, el autodenominado "Toro" nos revela su constitución, su precariedad intelectual, su vocación de sicofante:
"Se lo decimos de una vez, los vamos a hallar a los siete (consejeros), los vamos a buscar y vamos a ir a ver a Córdova,¿no le gustaría al pueblo de México saber dónde vive Lorenzo Córdova? Cómo está su casita, de lámina negra, que cuando llueve se gotea y moja su cuerpo, ¿si? ¡Cabroncito [...]. No vamos a permitir un atropello y que no le rasquen los huevos al toro porque nos van a encontrar, tenemos el respaldo del pueblo, somos mayoría”,
“Los vamos a buscar y los vamos a encontrar, porque yo voy a buscar un careo con ellos. Si no me dieron el derecho de audiencia, nosotros los vamos a buscar y nos vamos a encontrar cara a cara, con los 7 consejeros del INE, si no rectifican. Sí los vamos a hallar, no sé si en sus lujosas mansiones o en algún lugar, pero sí los vamos a hallar, para que también el pueblo sepa dónde viven ellos. En Guerrero todo mundo sabe dónde vivo yo. ¿No les gustaría saber dónde viven los siete consejeros y dónde vive Córdova y Ciro?
Lamentable manifestación de su naturaleza cavernaria; pero mermada su inteligencia, empobrecido el discurso por su ignorancia superlativa, amputada su conexión con el lóbulo frontal, sede de la racionalidad y de la indispensable sensatez, ¿qué le resta en su haber más allá de sus enormes gónadas de animalidad descerebrada, su constitución hormonal, su inconfundible visceralidad omnímoda y violenta?
La intención fue clara; asediar a los consejeros, arrebatar por la fuerza lo que le niega el derecho, hendir, penetrar, violentar, invadir sin miramientos la intimidad del otro, acorralar a su presa, amagarla, profanarla...violarla. Un solo toro, un único y malévolo impulso.
Frente a la brutalidad de un “toro”, la inteligencia de un capote.
Dr. Javier González Maciel
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Estudios universitarios en Psicología, Médico Cirujano, Especialista en Cardiología, alta especialidad en Cardiología Intervencionista en Madrid España, titular de posgrado en Cardiología clínica, miembro de la Sociedad Española de Cardiología, profesor universitario, director médico en la industria del seguro de personas y conferencista para América Latina