En el espacio cerrado del narcisismo, en ese estrecho círculo del egoísmo y la desconexión, no hay cabida para la empatía. La comprensión verdadera de lo diferente y lo diverso, la
posibilidad de experimentar en carne propia el dolor de los demás,
la vivencia genuina de la condición ajena, exige siempre reconocerse en el "otro", posicionarse en la dimensión común, en el ámbito compartido de los similares y de los iguales. Es ahí, detrás del espejo, más allá de nuestro marco autorreferencial, en el paraje abierto de las identificaciones y las convergencias, donde descubrimos al "otro" en su perfil auténtico; ponerse en los zapatos de los demás es pisar el mismo suelo, entenderlos desde adentro, en su justo dolor y circunstancia: El rechazo a la empatía es la puerta a la indolencia, a la insolidaridad, al desprecio y a la incomprensión de las causas ajenas. Entender en su dimensión más profunda las desgracias de los otros, supone hacerlas nuestras, personales, sufrirlas en el corazón y en el cerebro. Experimentar (aunque sea por un instante) el dolor inimaginable de una madre que ve asesinada a su hija por razones de género, o asumir a plenitud (en el plano emocional y cognitivo), la desgracia inconmensurable de una guerra, nos muestra la realidad en un plano diferente, nos permite contemplar y sentir en nuestra piel lo que suponíamos distante. En el plano narcisista del aislamiento emocional, en el apartado rincón de la apatía afectiva, la realidad se desdibuja, se mira como se quiere ver, siempre desde el propio "yo", desde la conveniencia o el placer; traje a la medida de nuestras pretensiones y deseos.
¿Puede haber un despliegue más infame de indolencia, incomprensión e ignorancia que las inconcebibles declaraciones de nuestra "acémila palaciega" en torno a la reciente marcha feminista y a la guerra de Ucrania?
En un país en donde los 10 feminicidios que ocurren a diario son sólo la punta del iceberg de un conglomerado más extenso de violencia, maltrato, discriminación, acoso, abandono y crueldad contra la mujer; en medio de un conflicto bélico, sin precedentes en el presente siglo, en el que cientos de niños, mujeres, ancianos y civiles han sido masacrados sin piedad por las fuerzas invasores rusas en Ucrania comandadas por un tirano demente y despreciable, ¿puede haber más burda muestra de "hipoxia cerebral" que las últimas declaraciones de nuestro Narciso patológico?:
En el movimiento feminista "hay mucha infiltración del conservadurismo de derecha, mucha. Y entonces lo que quisieran es hacer un espectáculo de violencia, que pudieran quemar la puerta de Palacio, meterse incluso al Palacio, a la Catedral para que sea noticia mundial"
"Es también una paradoja de que de repente los más retrogradas, los que nunca han defendido los derechos de las mujeres, se conviertan en feministas con el propósito de dañarnos, afectarnos, quieren mostrar que hay inestabilidad política, que es un país en llamas”
Y respecto a la necesidad imperiosa de solidarizarse con las víctimas de Ucrania y detener a toda costa el genocidio en curso:
"Nosotros no vamos a tomar ninguna represalia de tipo económico porque queremos mantener buenas relaciones con todos los gobiernos del mundo y queremos estar en condiciones de poder hablar con las partes en conflicto"
"Estamos promoviendo para que la ayuda humanitaria llegue a Ucrania a través de la ONU, pero no podemos más, no podemos caer en un protagonismo que no tiene que ver con la mesura"
¿Qué clase de estupidez confunde la mesura con la indolencia? ¿Quién a la vista de un asesinato o de una violación, se mantendría impávido e indiferente ante tal hecho para conservar la posibilidad de un diálogo con el asesino o con el violador? ¿A quién le importan las preocupaciones autorreferenciales de un ególatra ante la demanda imperiosa y justa de un alto definitivo al asesinato de mujeres?
¡No hay duda, hay desiertos mentales donde nada florece!
Dr. Javier González Maciel
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Estudios universitarios en Psicología, Médico Cirujano, Especialista en Cardiología, alta especialidad en Cardiología Intervencionista en Madrid España, titular de posgrado en Cardiología clínica, miembro de la Sociedad Española de Cardiología, profesor universitario, director médico en la industria del seguro de personas y conferencista para América Latina